Hace 125 millones de años, el yacimiento de Las Hoyas en Cuenca fue testigo de la eclosión de un huevo del que salió un polluelo que murió al poco tiempo. Sus restos, que han quedado prácticamente completos, ha permitido a un equipo de investigación estudiar a una de las aves fósiles más pequeñas que se conocen: medía dos centímetros y pesaba tan solo 10 gramos. Su corta vida ha dado la oportunidad de analizar la estructura ósea y el desarrollo de las crías de pájaro que vivieron durante este periodo.
Un equipo internacional, en el que participa la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis, la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y la Universidad de Málaga, ha presentado en Nature Communications el fósil de un pollo del Cretácico, procedente de la localidad de Las Hoyas (Cuenca). Se trata de una de las aves fósiles más pequeñas que se conocen y con una información única sobre cómo era el crecimiento de un ave primitiva.
El fósil pertenece a un pollo de Enantiornithes, un grupo de aves abundante en los ecosistemas cretácicos, recién salido del huevo. El ejemplar, de poco más de dos centímetros, es una de las aves fósiles más pequeñas que se conocen y aporta información única sobre la osificación del esqueleto durante el crecimiento de estas aves primitivas. Su importancia reside en que el pequeño pájaro murió poco después de su nacimiento, etapa crítica en la formación del esqueleto de las aves.
“Al analizar el desarrollo óseo, podemos observar toda una serie de rasgos evolutivos", explica Fabien Knoll, autor principal e investigador del Interdisciplinary Centre for Ancient Life, en la Universidad de Manchester (Inglaterra) y de ARAID – Dinópolis en España.
Utilizando tecnología de vanguardia basada en la energía residual de los aceleradores de partículas-sincrotrón, los científicos capturaron detalles minúsculos en tres dimensiones del fósil. Gracias a esto, se ha podido reconstruir en detalle, por un lado, la ultraestructura ósea del pollo y, por otro lado, realizar mapas de elementos químicos presentes en los huesos fosilizados.
En el sincrotrón de Grenoble, en Francia, se reconstruyó la ultraestructura de los minúsculos huesos del pequeño animal por microtomografía computarizada. “De esta manera sabemos que el tejido óseo del húmero, el hueso más largo del ala, tiene las características típicas de un ave muy joven. Todo indica que este pollo murió nada más salir del huevo”, describen los científicos.
“El análisis virtual de la estructura del hueso –detallan– muestra la presencia de una única capa externa de hueso y la ausencia de líneas de parada de crecimiento, lo que indicaría que el esqueleto, como cualquier recién nacido, estaba creciendo a gran velocidad. Además, la cabeza es enorme respecto al cuerpo y tiene unas grandes órbitas que albergarían unos ojos también relativamente grandes, como corresponde a un individuo en sus primeras fases de desarrollo”.
Fósil del polluelo encontrado en Las Hoyas, Cuenca. / Fabien Knoll
Como parte del trabajo, los investigadores también analizaron el ritmo diferencial de osificación del esqueleto. Los investigadores descubrieron que el esternón del polluelo todavía estaba compuesto principalmente de cartílago, lo que significa que no habría podido volar, al carecer de estructuras óseas.
Otro dato relevante, apuntan los científicos, es la información que aporta este ejemplar sobre la desaparición de la cola típicamente dinosauriana, y su transformación en el corto hueso que tienen las aves modernas, llamado pigostilo. El esqueleto ha preservado parte de una cola que cuenta con 10 vértebras libres.
Las enantiornitas adultas solo tienen ocho vértebras libres en la cola, mientras que el resto se fusionan en una estructura denominada pigostilo (como en las aves actuales). Aunque el fósil de Las Hoyas no conserva el final de la cola, el elevado número de vértebras libres probablemente sugiere que la formación del pigostilo de las enantiornitas se produciría después del nacimiento de los pollos.
Por otro lado, en el sincrotrón de la Universidad de Stanford (California, EE UU) se realizaron mapas de elementos químicos procedentes de los tejidos fosilizados. El fósforo forma parte de la composición del hueso, y su mapeo permite delimitar con precisión el contorno de los huesos del minúsculo esqueleto. El fósforo de los huesos del pollo de Las Hoyas está presente en concentraciones muy semejantes a las de los esqueletos de las aves actuales, lo que indica el enorme potencial de preservación del yacimiento de Las Hoyas.
Además, el ejemplar aporta información sobre el ritmo de desarrollo de estos pollos primitivos. Según explican los investigadores: “Se ha propuesto que las enantiornitas eran, en términos generales, aves nidífugas, que abandonaban rápidamente el nido después de nacer. Es cierto que el fósil de Las Hoyas representa a un individuo que sería incapaz de volar aún, debido a la incompleta osificación del esternón, pero la presencia de plumas en el fósil, indica que podría tratarse de un ave nidífuga que aún no está desarrollada esquelética y muscularmente para el vuelo".
Referencia bibliográfica:
Fabien Knoll, Luis M. Chiappe, Sophie Sanchez, Russell J. Garwood, Nicholas P. Edwards, Roy A. Wogelius, William I. Sellers, Phillip L. Manning, Francisco Ortega, Francisco J. Serrano, Jesús Marugán-Lobón, Elena Cuesta, Fernando Escaso and José Luis Sanz. A diminutive perinate European Enantiornithes reveals an asynchronous ossification pattern in early birds. Nature Communications. DOI: 10.1038/s41467-018-03295-9
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