Paul R. Ehrlich ha sido galardonado con el premio Fronteras del Conocimiento "por demostrar que la interacción entre seres vivos es el principal motor para la generación de biodiversidad", según señala el acta del jurado. Una de sus contribuciones pioneras fue explicar la dinámica e importancia de las metapoblaciones que resultan de la fragmentación de los hábitats y cómo determinan la diferenciación de las especies.
El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Ecología y Biología de la Conservación ha sido concedido en su sexta edición al entomólogo, ecólogo y biólogo de la conservación Paul R. Ehrlich, catedrático de Ciencias Biológicas de la Universidad de Stanford (EE UU), por haber “contribuido de forma decisiva a múltiples avances conceptuales en ecología y biología de la conservación, con una gran influencia en otras disciplinas académicas”.
“Entre sus contribuciones fundamentales –afirma el acta– se incluyen conceptos altamente innovadores como la co-evolución, la dinámica de metapoblaciones, los servicios ecosistémicos o el papel que desempeñan los seres humanos en la sostenibilidad ecológica”.
Estas contribuciones proceden tanto de trabajos teóricos como de resultados experimentales: “Soy un biólogo con mucho interés en la teoría o un teórico al que le gusta poner a prueba sus teorías con experimentos”, se definía él mismo ayer al recibir la noticia del premio.
El trabajo de Ehrlich (Filadelfia, EE UU, 1932) ha sido fundamental para abordar una de las preguntas claves en ecología. En 1964 Ehrlich desveló un importante mecanismo para dar respuesta a ello, en un artículo publicado en la revista Evolution que escribió junto con su colega Peter H. Raven.
Una de las causas principales de la gran biodiversidad de la vida en la Tierra, apuntaron, es la co-evolución, es decir, las interacciones que tienen lugar entre diferentes tipos de organismos sin que medie intercambio genético, y propusieron un mecanismo por el que este proceso habría contribuido a la enorme diversidad de especies de plantas e insectos.
“El profesor Ehrlich avanzó la idea seminal de que las interacciones de las plantas y los herbívoros configuran la historia evolutiva de las especies como un motor para la generación de diversidad”, señala el jurado del premio.
Todo comenzó con un 'cazamariposas'
La vocación de Ehrlich había nacido cuando a los 10 años perseguía y coleccionaba mariposas en los campamentos de verano. Su creciente interés por los animales le llevó a estudiar Zoología en la Universidad de Pensilvania (1953) y a doctorarse en la Universidad de Kansas con el famoso entomólogo estadounidense Charles Duncan Michener.
Durante sus estudios en Kansas realizó investigaciones de campo relacionadas con insectos en el Mar de Bering y en el Ártico. Allí coincidió con una joven investigadora de biología, Anne Fitzhugh Howland, que en 1954 se convertiría en su esposa.
Tras doctorarse, Ehrlich empieza a trabajar en la Universidad de Stanford, donde en 1966 llega a ser catedrático de Ciencias Biológicas y se reencuentra con las mariposas. Al regresar de un trabajo de campo compartió con su colega Peter Raven su sorpresa ante la dieta de la especie que ambos estudiaban.“Entonces comenzó una tormenta de ideas entre dos evolucionistas, uno con mucha experiencia en mariposas y otro en plantas”, ha explicado Ehrlich.
De esa conversación de café surgió un artículo, titulado Mariposas y plantas: un estudio sobre co-evolución, que sugería por primera vez la “enorme importancia de las interacciones entre plantas y herbívoros en la generación de diversidad terrestre”.
Es uno de los trabajos considerados más influyentes en el área de la ecología evolutiva, y ha inspirado en las últimas décadas docenas de libros y miles de estudios. Hasta entonces no se sospechaba el peso ecológico del fenómeno de la co-evolución.
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