En el informe anual de la Sociedad Meteorológica Americana 22 grupos de científicos han analizado 16 fenómenos meteorológicos de grades proporciones. Las conclusiones revelan que el cambio climático fue responsable de los mismos en casi un 70% en 2013.
Una ola de calor en 2013 dejó 300 incendios forestales en Australia, 87 muertos y 57.000 hospitalizados en Japón, 800 defunciones en Gran Bretaña, 40 grados en Corea o 40 fallecidos en China. Fue la temporada de altas temperaturas más grave de los últimos 140 años.
A estas catástrofes se unen la mayor sequía de la historia en California (EEUU) o Nueva Zelanda, la primavera más fría de los últimos tiempos en Reino Unido o precipitaciones de proporciones dramáticas en Colorado, en la zona oriental de Estados Unidos, y en la India, donde perdieron la vida 58.000 personas.
Estos son once fenómenos extremos de los que el cambio climático es culpable. Así lo desvela el informe anual de la Sociedad Meteorológica Americana (AMS), en el que 22 grupos de científicos han analizado 16 fenómenos meteorológicos de grandes proporciones.
El grupo EPhysLab (Environmental Physics Laboratory) de la Universidad de Vigo, liderado por el investigador Juan Antonio Añel, ha participado en este proyecto internacional aportando un estudio forense sobre la extrema precipitación de nieve el año pasado en los Pirineos, donde “se llegó a junio con una cota de nieve bastante elevada y después de mucha acumulación entre febrero y abril”.
La nieve en Los Pirineos en Junio 2013, un caso único
El cambio climático influyó de forma decisiva en el 68,7% de los fenómenos extremos que se estudiaron en este informe, aumentando en algunos casos hasta 10 veces la probabilidad de que se repitan.
Sin embargo, en esa estadística no se contabiliza el estudio de los investigadores vigueses, que se recoge como un caso único al ser la primera vez que se analiza un fenómeno de esas características. Además, no se pudo establecer con claridad su origen antropogénico.
“No es que el cambio climático no tuviera nada que ver con esta anomalía, pero con las técnicas de las que disponemos en la actualidad no fuimos capaces de asociarlo con seguridad. La precipitación de nieve es una de las cosas más complejas de estudiar dentro del sistema climático y, aunque encontramos pequeñas diferencias, somos muy precavidos y preferimos atribuirlo a la variabilidad natural del clima”, explica Añel.
Movidos por la curiosidad de ver hasta dónde se podía llegar en un fenómeno que habitualmente no se estudia y de buscar métodos de análisis alternativos, lo primero que hicieron los investigadores de EPhysLab fue ratificar que la cantidad de nieve caída había sido algo realmente extraordinaria.
Lo llevaron a cabo mediante la recopilación de datos recogidos durante el último siglo y de los registros de aparatos más modernos, como telenivómetros, instalados “hace no muchos años”. Y dieron en el clavo: “No se había visto un fenómeno como este en los últimos 100 o 200 años”.
Con la colaboración de investigadores de la Universidad de Oxford, del CSIC y de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMet), comenzaron a hacer simulaciones en el supercomputador de dos tipos: unas que tenían en cuenta las condiciones meteorológicas y climáticas que había en 1960, suponiendo que se mantendrían a lo largo de los años, y otras en las que se introdujeron las variaciones observadas, tales como el aumento del CO2 en la atmósfera y en la temperatura del mar.
De las 30.000 simulaciones hechas se emplearon 600, “unas 30 veces más de las que suelen utilizar en el resto de estudios”. Pero, ante la “pequeña diferencia” y el “pequeño aumento del tiempo de frecuencia” encontrados en la figura final del estudio, prefirieron ser cautos.
Una sequía cada diez años
Juan Antonio Añel está convencido de seguir participando en los próximos informes de la AMS. Este investigador Ramón y Cajal de la Universidad de Vigo y profesor asociado de Oxford ya había participado en el estudio de 2012 con un análisis de la sequía que había afectado a la península ibérica ese verano y que, además, había provocado muchos problemas en los embalses.
En este caso, el cambio climático sí estaba detrás. Descubrieron que es 10 veces más probable que se produzca en la actualidad una sequía continuada de tantos meses con unos niveles bajos de precipitación que en 1960.
Como recalca Añel, “si en los últimos 50 años no hubiésemos contaminado nuestro planeta tal como lo hicimos, la probabilidad de descenso de lluvias sería diez veces menor. Es decir, que donde antes teníamos una sequía tan grave cada 100 años, ahora vamos a tener una cada diez”.
Referencia bibliográfica:
Informe anual de la Sociedad Meteorológica Americana (AMS) Explaining Extreme Events of 2013 from a Climate Perspective,