Una nueva investigación podría acabar con muchas de las especulaciones sobre la obra y figura de El Greco. Una anotación manuscrita similar a las glosas de San Millán y encontrada en España en un ejemplar de Vidas de los mas excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos, de Giorgio Vasari, ha servido para que el investigador del Instituto de Estudios Mediterráneos Nicos Hadjinicolau concluya que el artista -contrariamente a lo que se creía- fue un defensor de la pintura bizantina.
Un nuevo estudio del griego Nicos Hadjinicolau –historiador del arte, miembro del Instituto de Estudios Mediterráneos y cónsul honorario de España en Creta- contradice la hipótesis generalizada que señala al Greco como un pintor de origen bizantino que al llegar a España asimiló y reflejó en su pintura el espíritu de Castilla, siendo indiferente al arte de su país de origen. Parte de esta percepción se atribuye al libro de Manuel Bartolomé Cossío, El Greco, de 1908.
Pero, según Hadjinicolau, si descontamos la anotación manuscrita atribuida al pintor, no hay registros de la opinión crítica del pintor sobre el arte. “El pasaje que yo he analizado es la excepción a la regla, la única vez que se pronuncia, y de manera vivaz contra Vasari”, declara a SINC el experto.
La traducción literal de la glosa atribuida al pintor reza: “Si [Vasari] supiera verdaderamente lo que es aquella manera griega de la que habla, de otra suerte la trataría en lo que dice, digo que comparándola con lo que hizo Giotto, ésta es simple en comparación de aquella, por lo que la manera griega enseña de dificultades ingeniosas”.
El libro del que se ha extraído la anotación llegó a las manos del Greco con motivo de la visita a Toledo del pintor italiano Federico Zuccaro, en mayo de 1586. El texto que el pintor cedió luego a su discípulo Luis Tristán contenía muchas anotaciones. Ahora bien ¿cómo es posible determinar con exactitud la autoría de la nota manuscrita?
Para Hadjinicolau, “desde el punto de vista grafológico es fácil comparar estos comentarios con firmas suyas y no hay ninguna duda, aunque los mayores descubrimientos sobre esto los han realizado Xavier de Salas y el catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid Fernando Marías”.
En la traducción de Marías, sin embargo, existe una diferencia con respecto a la de Hadjinicolau. Mientras la del español dice “llena de dificultades engañosas”, la del cretense afirma “llena de dificultades ingeniosas”. Al parecer, la palabra estaba cortada, a causa de “la cuchilla del encuadernador”.
Según el experto griego, la distinción entre el sentido de las dos palabras es sólo una “españolización sistemática, artificial y errónea”, mientras lo importante del asunto es que las anotaciones del Greco “tienen un componente muy oral, lo escribe como si lo estuviese diciendo y nunca antes lo habíamos visto defender con tal virulencia el arte bizantino”.
El trabajo tiene una segunda parte –anticipada también por Marías- que se centra en otra anotación atribuida al Greco y manuscrita sobre un ejemplar de Diez libros de arquitectura, de Vitruvio. En ella, dice Nicos Hadjinicolau el pintor “está obviamente orgulloso de sus `padres griegos´, como denomina a los antiguos, pero cree que fueron superados por los modernos”.
El singular estilo del Greco
Casi todo lo que se conoce hoy de Doménikos Theotokópoulos se basa en interpretaciones. El Greco es considerado uno de los pintores más importantes de la historia en Occidente y su carrera, que osciló entre el estilo bizantino de Creta y el manierismo de sus últimos años en Toledo, ha sido y es objeto de múltiples teorías por parte de los expertos.
El Greco, a pesar de abrazar en su pintura el espíritu de la Contrarreforma, no dejó de incluir muchos elementos de la tradición griega (hoy llamada bizantina) durante su última etapa, la toledana. En cuadros como El Expolio, el pintor se sirve de iconografías bizantinas, lo que para Hadjinicolau no significa que estas utilizaciones fueran conscientes. “El Greco vivió 26 años en Creta, tenía un taller, y alumnos; esas cosas no se pueden aislar y estos elementos iconográficos de la cultura bizantina que reaparecen en el `Orgaz´, o en El Expolio son independientes de esta defensa que percibimos en la anotación”, asegura.
A pesar de lo citado, el investigador, editor de obras como El Greco: Bizancio e Italia o El Greco: Trabajos en España reconoce que “evidentemente, como la persona es la misma, existe una coherencia entre lo que opina y lo que pinta”.
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Referencia bibliográfica:
Nicos Hadjinicolau. “La defensa del arte Bizantino por El Greco: notas sobre una paradoja”. Archivo Español de Arte, LXXXI (323) 217-232, Julio-Septiembre 2008.
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