Científicos del Instituto de Ganadería de Montaña (centro mixto entre el CSIC y la Universidad de León) participan en el primer estudio sobre la caracterización genética y morfológica de la raza parda de montaña, la principal raza de ganado vacuno en los Pirineos y la cornisa cantábrica. Los investigadores analizan la variablidad genética de los animales para obtener información que relacione el perfil genético y la morfología, y ayude así a los ganaderos a seleccionar mejor su aprovechamiento.
Según Paz Lavín, científica titular del Instituto de Ganadería de Montaña y coordinadora de la participación leonesa en el proyecto, “la raza parda fue reconocida como raza específica española en 2002”. Se distribuye en Aragón (Huesca), Castilla y León (León y Palencia), Asturias y Cantabria. Según la investigadora, “surge a raíz de importaciones de otros animales a principios del siglo XX para mejorar las razas autóctonas”. Sin embargo, estos cruces con razas locales han provocado una gran variabilidad morfológica en el animal, afirma Ángel Ruiz Mantecón, profesor de investigación en el centro leonés y participante en el estudio.
Variabilidad
“Esta raza tiene una gran variabilidad en cuanto a la producción de carne, sirve para producir desde ternero lechal hasta buey”, argumenta Ruiz. El objetivo del trabajo es conocer la distribución de la raza y las diferencias genéticas y morfológicas que puede haber entre poblaciones, con el objetivo de “ofrecer unos parámetros objetivos a los ganaderos para la selección del ganado que determinen para qué productos cárnicos son válidos”, explica el investigador.
La variabilidad entre las distintas poblaciones se comprueba tomando medidas morfológicas junto con un estudio genético, con la idea de “conocer los componentes genéticos que determinan las propiedades productivas para poder seleccionar mejor los animales para su posterior aprovechamiento”.
El estudio genético, realizado por investigadores de la Universidad de Zaragoza, analiza los microsatélites del ADN del animal en muestras de sangre para correlacionarlos con medidas morfológicas tomadas por los científicos del CSIC y del Centro de Investigación y Tecnología Agraria (CITA). Si finalmente se encuentra una correlación entre morfología y genética, un análisis de sangre podría determinar el potencial del animal para la producción de carne.
Dentro de este estudio, el Instituto de Ganadería de Montaña se encarga realizar una encuesta a los productores dentro de la Asociación de Raza Parda de Montaña y de tomar medidas en el ganado vacuno seleccionado. Según los investigadores del CSIC, en Cantabria, Asturias y Castilla y León han tomado muestras en 140 explotaciones, lo que representa el 70 por ciento del total. Empresas cárnicas tan importantes como la leonesa Valles del Esla han participado en el trabajo.