Un nuevo estudio establece la eficacia a largo plazo del fármaco imatinib. El trabajo, publicado en The New England Journal of Medicine, revela además que la sustancia no se asocia a efectos secundarios clínicamente relevantes. Sin embargo, no se han observado diferencias en la supervivencia de los pacientes con el tiempo.
Alcanzar la eficacia y seguridad a largo plazo de los inhibidores de la tirosincinasa BCR/ABL (ITKs) en el tratamiento de los pacientes con leucemia mieloide crónica (LMC) es el principal objetivo de la investigación actual en esta enfermedad.
En esta línea se enmarca el estudio IRIS (International Randomized Study of Ingerferon and STI571), que ha seguido durante más de 10 años a los primeros pacientes con LMC que recibieron imatinib, el primer ITK introducido para esta patología y que continúa siendo el más empleado como tratamiento de primera línea.
Los resultados a largo plazo de este trabajo, en el que ha participado Francisco Cervantes, del Servicio de Hematología del Instituto Clínic de Enfermedades Hematológicas y Oncológicas (ICMHO) y jefe del equipo Idibaps Hemato-Oncología, se han publicado recientemente en The New England Journal of Medicine.
La LMC es una neoplasia mieloproliferativa crónica en la que la médula ósea produce un exceso de granulocitos (un tipo de leucocitos o glóbulos blancos) anómalos. Se diagnostica por el hallazgo de un aumento de los leucocitos en la sangre, junto con la presencia de un cromosoma anormal (el cromosoma Filadelfia o Ph) y del oncogen BCR/ABL en las células sanguíneas.
La patología presenta una fase inicial que, si no se trata con los ITKs, tiende a evolucionar en pocos años a una fase de aceleración y finalmente a la denominada crisis blástica, en la que la enfermedad se convierte en una leucemia aguda que no suele responder al tratamiento.
Mayor eficacia y menos efectos secundarios
Antes de la introducción de los ITKs, la supervivencia mediana desde el diagnóstico de la LMC era de alrededor de 5 años. Los ITKs atacan exclusivamente a las células leucémicas, produciendo una intensa disminución de las mismas hasta que solo son detectables mediante técnicas de biología molecular muy sensibles, situación que se conoce como respuesta molecular.
Entre los diversos ITKs disponibles en la actualidad, imatinib sigue siendo el más empleado por su eficacia y, sobre todo, por su seguridad a largo plazo, tal como se demuestra en el estudio. Así, a los 10 años de seguimiento, más del 83% de los pacientes seguían vivos y, de los que murieron, una mayoría lo habían hecho por causas no relacionadas con la enfermedad, es decir, las mismas que en la población general de esa edad.
El objetivo del estudio IRIS, promovido por Novartis y en el que se incluyeron pacientes con LMC de 177 centros de 16 países, fue analizar dichos parámetros del imatinib. Para ello se realizó un seguimiento durante casi 12 años (del año 2000 al 2012) a 1.106 pacientes de 18 a 70 años de edad, que habían sido diagnosticados de leucemia mieloide crónica en fase crónica dentro de los seis meses anteriores a su inclusión en el estudio y que no habían recibido tratamiento previo, excepto hidroxiurea.
Los pacientes se distribuyeron aleatoriamente en dos grupos: uno que recibió imatinib y el otro interferón alfa más citarabina, el tratamiento de primera línea de la LMC en esa época, a excepción del trasplante alogénico de progenitores hemopoyéticos empleado entonces en los pacientes más jóvenes.
Los primeros resultados del IRIS mostraron que imatinib era notablemente más eficaz y presentaba menos efectos secundarios que el interferón alfa combinado con citarabina. Así, al año y medio de seguimiento, la tasa de respuestas citogenéticas completas (es decir, 0% de células cromosoma Filadelfia positivas en la médula ósea) fue del 76,2% en el grupo tratado con imatinib, frente al 14,5% en el grupo que recibió interferon alfa más citarabina.
Sin mayor supervivencia a largo plazo
La supervivencia libre de progresión de la enfermedad a la fase blástica fue del 96,7% en el primer grupo, frente al 91,5% en el segundo. Estas diferencias en los resultados condujeron a la aprobación de imatinib como tratamiento de primera línea de la LMC y a replantearse el objetivo de la investigación, redirigiendo la atención hacia las mejoras en el pronóstico de los pacientes asignados de entrada al tratamiento con imatinib.
Los resultados a largo plazo del estudio IRIS muestran que la mitad de los pacientes (un 48,3%) completaron el tratamiento del estudio; un 82% consiguió una respuesta citogenética completa y la supervivencia global a los 10 años fue del 83,3%.
Los investigadores concluyen que la eficacia del imatinib persiste en el tiempo y que la administración a largo plazo de este ITK no se asocia a efectos secundarios clínicamente relevantes. Señalan además que, si bien los ITKs de segunda generación (como nilotinib y dasatinib) producen respuestas más rápidas que imatinib, ello no se ha traducido en diferencias en la supervivencia a largo plazo y, en cambio, sí a tasas de toxicidad severa notablemente más altas.
Referencia bibliográfica:
Andreas Hochhaus, M.D., Richard A. Larson, M.D., François Guilhot, M.D., Jerald P. Radich, M.D., Susan Branford, Ph.D., Timothy P. Hughes, M.D., Michele Baccarani, M.D., Michael W. Deininger, M.D., Ph.D., Francisco Cervantes, M.D., Satoko Fujihara, Ph.D., Christine-Elke Ortmann, M.Sc., Hans D. Menssen, M.D., Hagop Kantarjian, M.D., Stephen G. O’Brien, M.D., Ph.D., and Brian J. Druker, M.D., for the IRIS Investigators. "Long-Term Outcomes of Imatinib Treatment for Chronic Myeloid Leukemia". N Engl J Med 2017; 376:917-927: March 9, 2017: DOI: 10.1056/NEJMoa1609324.