El Laboratorio de Investigación Neurovascular del Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR) ha descubierto algunas variantes genéticas que, por un lado, suponen un indicador de respuesta al tratamiento en ictus a modo de marcador y, por otro, se asocian a un mayor riesgo de sufrir esta enfermedad. Estos resultados son fruto de una larga trayectoria de más de 5 años durante los cuales se han focalizado esfuerzos en el campo de la genética en relación al ictus.
Los factores de riesgo como la hipertensión, la diabetes, el colesterol y el tabaquismo tienen una importancia capital y no se debe bajar la guardia, pero hay que ir más allá, pues estos factores no explican todos los casos de ictus. La mayoría de estos factores no explican por qué unos pacientes se recuperan mejor y otros peor, por qué unos vuelven a padecer un ictus y otros, no, o por qué unos pacientes responden mejor que otros al tratamiento. Por lo tanto, hay que encontrar nuevas respuestas. Este grupo de investigadores, pionero y líder en España, en una de las líneas más fructíferas del binomio ictus y genética, ha realizado recientemente múltiples adelantos en esta área que se han concretado en varias publicaciones científicas.
Estudios genéticos asociados a respuesta al tratamiento
La farmacogenética es un campo de la genética que estudia qué variantes genéticas modulan la respuesta a un tratamiento. Conocer variantes genéticas (polimorfismos) responsables o marcadores de la evolución de la enfermedad ayudará a saber con qué pacientes habrá que ser más agresivos con los tratamientos. Al mismo tiempo, tener marcadores de respuesta al tratamiento, especialmente cuando los hay que tienen efectos secundarios importantes o que pueden no ser del todo eficaces, sería de mucha utilidad para variar la dosis de los fármacos, combinar los fármacos con otras estrategias o tratamientos o incluso sustituir un fármaco por otro más eficiente.
Éste es el caso del tratamiento con fibrinolíticos. Estos fármacos se usan – en las primeras horas después de sufrir un ictus- cuando hay un coágulo que obstruye la circulación de un vaso cerebral y hay que deshacerlo para reinstaurar la circulación, en aquella área cerebral, lo antes posible. Este tratamiento permite la revascularización (recanalización) total o parcial de aquel vaso obstruido y el paciente puede recuperar totalmente o en parte su funcionalidad en función del tiempo que haya pasado. A veces hay pacientes que no consiguen, a pesar del tratamiento, disolver el coágulo y en un 13% de los casos, una vez disuelto, el coágulo se vuelve a formar. Éste ha sido el objeto de estudio y el grupo de Investigación en enfermedades Neurovasculars del VHIR ha descrito un polimorfismo (PAI-1 4G/4G) que se relaciona claramente con estas reoclusiones.
La investigación se ha basado en 135 pacientes que han sufrido un ictus isquémico y que han recibido tratamiento fibrinolítico (t-PA) en las primeras 3h post-ictus. Se les ha hecho un eco-doppler transcranial para confirmar que se ha reinstaurado la circulación en el vaso afectado y también se ha confirmado del mismo modo que ha habido una reoclusión del mismo vaso. Al estudiar a los pacientes, se ha visto que aquéllos que eran portadores de la variante genética PAI-1 4G/4G tenían un mayor índice de reoclusiones y que éste era el único factor que los diferenciaba de los pacientes que sí respondían al tratamiento. A la vez, esta variante genética también se asocia a peores resultados funcionales en los 3 meses siguientes a haber sufrido un ictus. Al realizar un estudio más completo con 212 variantes genéticas (SNPs) en genes asociados a factores de riesgo de ictus y reguladores de la hemostasia en 222 pacientes tratados con el fármaco fibrinolítico, se identificaron 2 nuevos SNPs en los genes CD40 y MGP asociados al riesgo de reoclusión.
7 variantes genéticas se asocian a mayor riesgo de sufrir un ictus
Además de los motivos por los cuales determinados pacientes responden a los tratamientos y otros, no, en el Laboratori d’Investigació Neurovascular de l’Institut de Recerca de l’Hospital de la Vall d’Hebron también se buscan marcadores asociados en el riesgo de sufrir un ictus, el llamado estudio CONIC.
En este sentido, variantes de ALOX5AP y PDE4D se habían asociado a un mayor riesgo de sufrir un ictus en población islandesa. La población islandesa tiene unas peculiaridades especiales y el grupo liderado por el Dr. Joan Montaner ha replicado los resultados en población de la Península Ibérica. “Se han estudiado SNPs en un total de 1092 pacientes que han sufrido un ictus y en un grupo control de 781 individuos sanos de diferentes zonas de España y Portugal. En todas las zonas estudiadas se ha encontrado que la frecuencia de algunos SNPs en ALOX5AP era más alta en los casos de los pacientes con ictus pero no, en PDE4D. Por lo tanto, el gen ALOX5AP presenta variantes genéticas que confieren un mayor riesgo para sufrir un ictus en aquellas personas -de la Península Ibérica- que son portadoras”, explica Joan Montaner, responsable de este laboratorio. Esto, puede suponer un paso más hacia una medicina cada vez más personalizada y puede ser un elemento más a tener en cuenta junto con los factores de riesgo (diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia, ictus previos, etc.) o, por ejemplo, en el momento de hacer un tratamiento más agresivo para mantener “a raya” a estos factores de riesgo, cuando quizás en otro individuo que no sea portador el tratamiento puede ser “más laxo”. O incluso, en un futuro, se pueden tener en cuenta estos genes como posibles dianas terapéuticas. “Con este estudio se han analizado un total de 210 marcadores genéticos que se habían asociado a trastornos que pueden aumentar el riesgo de ictus, como pueden ser la edad, el sexo, la hipertensión, la diabetes, el tabaquismo y la hipercolesterolemia. Con este estudio se ha observado que el 100% de las persones portadoras de una combinación especifica de 6 marcadores en los genes MMP12, NOS3, KCNK17, NOS3 y SCNN1A había sufrido un ictus. Se ha calculado que, con esta herramienta, se podría predecir el riesgo de ictus hasta un 75%, es decir, un 10% más que la combinación de todas las pruebas existentes hasta ahora”, concreta el Dr. Montaner .