Un estudio con participación española afirma cómo el VIH utiliza a los macrófagos –unas células del sistema inmunitario– para formar un reservorio y ‘esconderse’ dentro del organismo. El hallazgo, publicado en la revista PNAS, demuestra por primera vez que dichas células contribuyen al rebote viral si se detiene el tratamiento.
Cuando una persona con VIH deja el tratamiento antirretroviral, los virus que se hallaban en las células en estado latente despiertan y se multiplican, obligando a la persona a retomar la medicación en cuestión de semanas.
Estas células en estado latente son lo que se denomina reservorio del VIH, y hasta ahora se creía que se encontraba principalmente en las células T periféricas del sistema inmunitario.
Ahora, científicos de la Universidad de Miami y del Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa, centro impulsado por la Fundación “la Caixa” y el Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya, han descrito en la revista PNAS otro tipo de células que también actúan como reservorio y que contribuyen al rebote viral: los macrófagos.
Los macrófagos son células del sistema inmunitario que, a pesar de no ser la principal diana del VIH, pueden ser infectadas y almacenar virus en su interior. Aunque se había estudiado el reservorio viral en dichas células anteriormente, saber que contribuyen al rebote viral demuestra que son una diana importante para las nuevas estrategias de erradicación del VIH.
Así, este nuevo estudio describe la existencia de partículas víricas que tienen preferencia por infectar macrófagos y demuestra que parte de los virus que aparecen en la sangre cuando hay un rebote viral provienen de estas células.
“El descubrimiento es de gran relevancia para los que nos dedicamos a buscar estrategias de erradicación del VIH, ya que hasta ahora no estaba claro qué partes del reservorio contribuían al rebote viral si se detiene el tratamiento”, explica Christian Brander, investigador ICREA en IrsiCaixa.
“El estudio del reservorio viral se había centrado principalmente en las células T del sistema inmunitario, porque son las que mayoritariamente infecta el VIH”, indica Javier Martínez-Picado, investigador ICREA en IrsiCaixa. “Nosotros nos propusimos estudiar el reservorio en los macrófagos, que se encuentran en los tejidos y que no son las preferidas del VIH pero pueden ser infectadas”.
Estudiar el reservorio de VIH en macrófagos es complejo, ya que estas células residen en tejidos de difícil acceso, como el sistema nervioso central. Para llevar a cabo este trabajo, los investigadores recogieron plasma de seis personas que habían detenido su tratamiento antirretroviral en el contexto de un ensayo clínico. En todos ellos el virus había rebotado, por lo que volvían a tener la carga detectable en sangre.
“Queríamos saber de dónde venían los virus que reaparecen en la sangre cuando se interrumpe el tratamiento antirretroviral y observar si era posible que procedieran de los macrófagos”, señala Brander.
A partir de las muestras de plasma de los pacientes, los científicos han generado clones del VIH con diferentes proteínas de la envuelta viral y han estudiado qué capacidad tienen para infectar macrófagos o células T. Los resultados muestran que dependiendo del tipo de proteínas que formen la envuelta viral, existen virus que infectarán mejor los macrófagos que otro tipo de células.
Los científicos han podido demostrar también que algunos de estos virus con preferencia por los macrófagos se habían establecido antes de que el paciente interrumpiera la terapia y, por tanto, venían originariamente de reservorios ubicados en dichas células.
“Cuando el virus sale de la célula que infecta, se lleva su membrana para crear la envuelta viral. Estudiando dicha envuelta podemos saber de dónde vienen estos virus y así hemos detectado que los macrófagos actúan como reservorio y son capaces de producir virus infecciosos”, expone Brander.
Las estrategias orientadas a eliminar el reservorio o diseñar vacunas para erradicar el VIH deberán tener en cuenta que también hay que acabar con estos virus residentes en los macrófagos.
“Descubrimientos como este añaden retos en la lucha contra el VIH, pero conocer cómo funciona el virus también nos ayuda a mejorar las nuevas estrategias de cura”, concluye Martínez-Picado.