Cinco veranos en Tanzania

El mejor plan estival para algunos es excavar en busca de pistas sobre el origen del compartamiento humano. Al menos, para los investigadores del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, que participan un año más en un proyecto español en los yacimientos tanzanos de la Garganta de Olduvai

Cinco veranos en Tanzania
Equipo científico español que trabaja en la Garganta de Olduvai (Tanzania)

Desde hace ya cinco años, un equipo científico español, liderado por Manuel Domínguez-Rodrigo, de la Universidad Complutense de Madrid, UCM, entre los que se encuentran el geólogo Alfredo Pérez-González y el arqueólogo Manuel Santonja, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), se traslada a Tanzania para excavar en cinco yacimientos de la Garganta de Olduvai con el objetivo de hallar indicios sobre el origen del comportamiento humano.

En este proyecto Paleontológico y Paleoecológico, que codirigen junto con Dominguez-Rodrigo el director del Museo Arqueológico de Madrid Enrique Baquedano, así como los arqueólogos Audax Mabulla de la Universidad de Dar es Salaam (Tanzania) y Henry Bunn de la Universidad de Wisconsin (EE.UU.), la geología es fundamental para conocer cómo era el paisaje en el Plio-Pleistoceno. De su estudio está a cargo Alfredo Pérez-González, vicedirector del CENIEH, que entre el 5 de junio y el 5 de julio ha coordinado el trabajo geoarqueológico, junto con el geólogo de la UCM David Uribelarrea, para reconstruir los medios sedimentarios y los proceso de formación de los yacimientos, y a largo plazo estudiar la deposición y la geomorfología desde el punto de vista de la evolución de la garganta de Olduvai.

“Estos trabajos se realizan para apoyar los análisis tafonómicos de las ocupaciones humanas en posición prístina, que es uno de los objetivos fundamentales de estudio de estas excavaciones dirigidas por Domínguez-Rodrigo”, señala Pérez-González.

Desde hace tres años también forma parte del equipo científico el arqueólogo Manuel Santonja, responsable del Programa de Arqueología Económica y Espacial del CENIEH, que dirige los trabajos de excavación en uno de estos yacimientos, el de TK (Thiongo Korongo), rico en industria achelense, con una edad en torno a 1,35 millones de años, en el que sobresale la presencia de enormes bifaces de cuarzo de medidas similares entre sí: de 28 a 30 cm. “No deja de ser curiosa este similitud, y podríamos especular una posible explicación, pero habrá que estudiar los hallazgos encontrados para poder aventurar una hipótesis”, declara Santonja.

Como explica este arqueólogo salmantino, ha surgido otra cuestión en torno al uso de industria achelense primitiva y el olduvaiense o Modo I, que coexistieron en África Oriental durante cientos de miles de años, ya que aún queda por determinar si su uso puede atribuirse a los mismos homínidos en cada caso: esto es a Homo habilis las industrias del Modo I, y el achelense a Homo ergaster; o bien si Homo ergaster, utilizaba un modo u otro en función de las necesidades que conllevaba su actividad.

A la resolución de estas incógnitas y otras muchas que podrán ir surgiendo va a contribuir en gran medida las investigaciones y análisis de las muestras recogidas en la Garganta de Olduvai que se lleven a cabo en los laboratorios del CENIEH y de otras instituciones, que servirán tanto para obtener dataciones absolutas como caracterización e identificación de los elementos de dichas muestras.

Fuente: CENIEH
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