Aunque los científicos conocen bien todas las propiedades y características del etanol o alcohol etílico, aún no se han podido describir los mecanismos que conducen a la adicción a esta sustancia. David Rodríguez, investigador del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Salamanca, ha trabajado en este campo y explica que no se han hallado proteínas receptoras específicas para el etanol, como ocurre con otras sustancias, pero que se sabe que existen mecanismos que pueden cumplir una función similar.
"Aun cuando el etanol es una molécula sencilla de la cual conocemos todas las propiedades físicoquímicas todavía desafía a los investigadores en relación a los mecanismos moleculares que producen la adicción y tampoco sabemos por qué produce un fenómeno de tolerancia, es decir, que una persona necesita progresivamente más alcohol para conseguir el mismo efecto", apunta el experto.
David Rodríguez, que inició esta línea de investigación en la Universidad de Loughborough, en Reino Unido, ha analizado cómo actúa el alcohol en el sistema nervioso usando modelo de ratas y cultivos celulares. "La idea era ver si el alcohol tiene una diana específica sobre la que actúa. Esto es interesante porque sabemos que los opioides, como la morfina o la heroína actúan en proteínas específicas situadas en distintas estructuras del sistema nervioso central. Sin embargo, para el alcohol no se ha encontrado. Es decir, no hay una proteína que se pueda considerar como receptora del alcohol, pero es posible que haya algún tipo de estructura celular del sistema nervioso que sea más sensible al efecto del etanol", agrega.
Uno de los objetivos de la investigación fue determinar cuál era el efecto del alcohol en los sistemas de señalización celular. "Cogimos un modelo en el que una sustancia, la hormona bradiquinina, se une a una proteína que es su receptor y eso provoca efectos en el interior de la célula", apunta el experto.
"Este proceso ocurre a través de unas proteínas intermedias, las proteínas G, que son intermedias en la acción, porque la bradiquinina no puede entrar en la célula. Nos dimos cuenta de que estas proteínas tenían una sensibilidad especial que dependía de la dosis. aunque no se puede afirmar que es un receptor, sí sabemos que es una diana más sensible que otras al etanol, pero no es la única", explica Rodríguez.
El alcohol actúa en todos los sistemas de neurotransmisión
Aun cuando no hay un receptor específico sobre el que actúe el etanol y de esta manera el etanol provoque los daños que causa (abajas dosis, somnolencia; a más dosis, euforia; y después, depresión del sistema nervioso central hasta el coma y la muerte), lo cierto es que esta sustancia tiene claros efectos sobre la célula. En concreto, desestructura la composición de las membranas de las células, la estructura lípida varía con la presencia del etanol. Este compuesto "atraviesa bien las membranas de las células y produce una desestructuración que afecta a la función de ciertas proteínas que están insertas en esa membrana", señala.
El alcohol actúa así en todos los sistemas de neurotransmisión, pero el cerebro desarrolla mecanismos adaptativos, pero se trata de "una mala adaptación", porque" si retiramos el alcohol a enfermos crónicos, se produce un fenómeno de síndrome de abstinencia, porque el cerebro necesita alcohol para funcionar".
Todavía no se conoce el funcionamiento de estos mecanismos, como tampoco se conocen en relación a los opioides. Además, existe la tolerancia cruzada entre sustancias, es decir, es posible que un adicto a la heroína desarrolle también una mayor tolerancia al alcohol aunque no lo consuma habitualmente.