El equipo científico liderado por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) especializado en la geología del noreste del Caribe, estudia la tectónica de la Falla de Enriquillo cuyo movimiento produjo en 2010 un terremoto de magnitud 7 en Haití.
Las fallas sísmicas pueden permanecer tranquilas durante cientos de años y después, liberar la energía elástica acumulada de forma repentina, como sucedió en Haití el 12 de enero del 2010. Un terremoto de magnitud 7, poco profundo y con epicentro a sólo 15 km de la capital (Puerto Príncipe), junto con la extrema pobreza del país, fueron los ingredientes principales que desencadenaron unas consecuencias catastróficas. Aunque en un principio, por la localización del epicentro, parecía evidente cuál era la falla sísmica que produjo el terremoto, meses después… ¡seguimos buscándola!
El terremoto se originó en la zona que limita dos placas tectónicas, la placa del Caribe y la placa Norteamericana. La placa del Caribe se mueve aproximadamente 20 mm cada año hacia el este respecto a la placa Norteamericana. Este movimiento produce la deformación de la corteza y la generación de grandes fallas sísmicas, que son las causantes de los terremotos. La isla de la Española, dividida geográficamente en Haití y la República Dominicana, está atravesada por dos grandes fallas de desgarre: la Falla Septentrional al norte, y la Falla de Enriquillo al sur. El registro histórico “nos cuenta” que entre los años 1943 y 1953 se produjeron hasta cuatro terremotos destructivos de magnitud mayor de 7 asociados a la Falla Septentrional. Los resultados preliminares indicaban que el evento del 12 de enero de 2010 estaba asociado con un movimiento de la Falla de Enriquillo, más tranquila desde el punto de vista sísmico y que no había producido terremotos importantes en las últimas décadas. La Falla de Enriquillo desaparece hacia el este en la República Dominicana, mientras que hacia el oeste continua en el mar. En la zona emergida de la falla no se observó ruptura, por lo que era de esperar que hubiese roto una zona de la parte submarina de dicha falla.
Dos semanas después del terremoto, un grupo de científicos estadounidenses llegaba a la zona con el buque oceanográfico Endeavor y financiados por el programa de Respuesta Rápida de la National Science Foundation. Cartografiaron el fondo marino de un sector de la Falla de Enriquillo, y obtuvieron perfiles sísmicos y sondeos de sedimentos, con el objetivo de encontrar la ruptura de la falla y estudiar su deformación. Durante el congreso de Paleosismicidad Submarina organizado por la European Science Foundation y el Instituto de Ciencias Marinas de Barcelona en septiembre de 2010, Cecilia McHugh, directora del equipo, afirmaba: “No hemos encontrado ninguna evidencia clara de que la Falla de Enriquillo haya roto en la superficie del fondo marino”.
En los trabajos de campo desarrollados en tierra tampoco encontraron la zona de ruptura de la falla. En ellos participó Eric Calais, de la Universidad de Purdue, que confirmaba que: “la falla que produjo el terremoto no es la que originalmente pensábamos y esto cambia drásticamente el conocimiento que teníamos, no sólo de la tectónica de la zona, sino también del nivel de peligrosidad”. El avance de las investigaciones y los nuevos datos adquiridos indican que el terremoto de Haití presenta muchas peculiaridades, lo que nos dificulta su compresión a los geólogos. La clave para encontrarla, parece estar en la zona marina aún no estudiada.
Es en los fondos marinos de la isla de la Española donde un equipo de geólogos y físicos liderado por Andrés Carbó Gorosabel, de la Universidad Complutense de Madrid, ha centrado sus investigaciones desde hace más de una década. En los últimos años las campañas oceanográficas a bordo del Buque Hespérides se centraron en estudiar Puerto Rico y la República Dominicana. Estos trabajos fueron financiados por el Ministerio de Ciencia e Innovación a través del Plan Nacional de Investigación Científica, que acaba de conceder un nuevo proyecto para analizar las fallas sísmicas submarinas en Haití. Andrés Carbó nos asegura que “la cartografía de fallas sísmicas que estamos realizando es clave para asesorar a la República Dominicana y Haití sobre la peligrosidad sísmica y de tsunamis”. Con los datos de la próxima campaña de geofísica, el grupo de la UCM espera obtener más respuestas y…¡encontrar la falla!
Tras el desastre de Haití, el movimiento de otra falla submarina sorprendía el 27 de febrero del mismo año a los chilenos con un terremoto de magnitud 8.8, seguido por un tsunami. Días después, el 8 de marzo, otra falla afectaba el este de Turquía con un terremoto de magnitud 6.1 y el 13 de abril, un terremoto de 6.9 azotaba China. Esta serie de grandes y devastadores terremotos en los primeros meses del año 2010 llevó a la opinión pública a preguntarse ¿qué está pasando en la Tierra? ¿Están aumentando los terremotos? ¡La respuesta es no! El 2010 no fue un año inusual en cuanto a número de grandes terremotos, ni tampoco el 2011. Las estadísticas indican que desde el año 1900 hay una media de 16 terremotos de magnitud 7 ó mayor cada año, con una variabilidad de entre unos pocos a incluso más de treinta. Aunque el número de terremotos sea similar en estos últimos años a años anteriores, conocer qué fallas hay en una zona como la isla de la Española y entender cómo ha sido su actividad en el pasado, puede incidir directamente en el bienestar de la humanidad. Evaluar la predicción de ocurrencia de terremotos y la prevención de los daños que puedan ocasionar sigue siendo uno de los mayores retos geo-científicos de nuestros tiempos.
Esta noticia ha participado en el III Concurso de Divulgación Científica de la Universidad Complutense de Madrid (2010) en la modalidad de noticia científica.