A pesar de que existen razas caninas de muchos y variados tamaños, hasta ahora no existe sistema que permita la intervención específica de las cataratas. Este defecto visual se corrige a través de cirugía y la colocación de una lente en el interior del globo ocular, como en el ser humano. Sin embargo, a diferencia de éste, los ojos varían de tamaño según las razas de los perros, de los inmensos y tristones de un sambernardo a los diminutos y achispados de un chihuahua.
A través de cirugía, el veterinario realiza una intervención denominada facoemulsificación con la que se anula el poder óptico del ojo en el que ha detectado la catarata. En esos momentos, el animal queda hipermétrope, por lo que en la mesa de operaciones se le devuelve la visión nítida con una lente.
En estos momentos, se aplican pupilentes de 41 dioptrías (para los casos humanos es de 20). "Sin embargo, existe una variabilidad en los perros de entre 38 y 42 dioptrías, por lo que para que los perros tengan una visión óptima se necesita una mayor precisión", explica Iván Fernández, que junto a tres investigadores del IOBA y cuatro del Instituto de Biomedicina de la Universidad de León (Ibiomed), tratan de buscar esta respuesta.
El estudio, pionero en esta línea de trabajo, pretende determinar primeramente mediante dos técnicas muy específicas (ultrasonografía y queratometría) la potencia refractiva que debería tener una lente intraocular individualizada para cada animal. Desde hace cuatro meses, se ha solicitado a estudiantes de la Facultad de Veterinaria de León su colaboración para conseguir 60 perros sanos a los que se les someterá a retinoscopía, biometría y queratometría.
A la mitad se les seleccionará para una resonancia magnética nuclear. En estos momentos, ya se han analizado unos 40 canes. Posteriormente, en un grupo de estudio, diez perros serán intervenidos por la técnica de facoemulsificación para implantarles una lente intraocupar con una potencia adecuada a sus necesidades ópticas. Después, los animales serán sometidos a segumiento a través de retinoscopía para observar su estado refractivo. Los investigadores pretenden obtener los primeros resultados en un plazo de dos años.
Técnicas
La prueba de refracción en los perros se está realizando con una retinoscopio de franja y reflas de retinoscopía. Los veterinarios iluminan la retina del paciente, pasando la luz a través de la pupila. Según la reflexión que sale del ojo (existen tres formas diferentes), se determina el estado refractivo. A continuación, los perros son sometidos a una prueba de medida blanco-blanco, que permite deterinar la longitud de los contactos que sujetarán la lente en el interior del cristalino.
La biometría permite a los investigadores conocer las medidas exactas de la cámara del globo ocular, mientras que el queratómetro determine la curvatura de la superficie anterior de la córnea. Finalmente, la resonancia magnética, a la que acudirá una selección de estos animales de compañía, permitirá la toma de planos del globo ocular.
Confeccionar lentes intraoculares específicas para cada perro puede tener unas amplias posibilidades para el Hospital Clínico Veterinario de Castilla y León,. Actualmente, recuerda Fernández, sólo una clínica privada en Madrid y las universidades Autónoma de Barcelona y de Murcia realizan este tipo de intervenciones.
Asimismo, si se consiguen estas lentes específicas, se abre una nueva vía de explotación comercial, ya que las lentes actualmente fabricadas para perros son importadas. El trabajo es el primero que se realiza en virtud del convenio de colaboración firmado por las dos universidades castellanoleonesas en marzo de 2009. El trabajo de campo se realizará fundamentalmente en León, ya que de ahí procederán todos los procesamientos y se realizará la cirugía.