Los continuos descubrimientos de especies vegetales conllevan un aumento del número de especies en peligro de extinción con prioridades de conservación. Un equipo de botánicos de la Universidad Autónoma de Madrid ha analizado la estructura de la distribución taxonómica de las plantas en grandes y pequeños géneros para averiguar si se compromete la protección de las que están en las listas rojas debido a una inflación de nuevas especies descritas.
Los investigadores españoles del Departamento de Biología (Botánica) de la Facultad de Ciencias de la UAM han estudiado las especies amenazadas entre los años 1984 y 2000, y las han comparado con la descripción de especies endémicas, es decir plantas exclusivas de la Península Ibérica, desde 1970 hasta ahora para valorar los cambios reales.
Felipe Domínguez Lozano, coautor de la investigación publicada en la revista Biodiversity and Conservation en diciembre de 2007, explicó que la principal dificultad es “saber si el trabajo de los botánicos taxónomos al describir las especies compromete la protección de las ya descritas anteriormente”. El estudio matiza así dos principales problemas de la taxonomía actual: la escala de graduaciones pequeñas (descripción de micro-especies y subespecies) y el papel que tiene la descripción de nuevas especies.
Más especies en las listas rojas
Los botánicos han observado un incremento de las plantas en las listas rojas con la descripción e incorporación de nuevas especies: uno de cada cuatro vegetales más amenazados en la lista del año 2000 representa descripciones de nuevas especies. De esta manera, concretan que “el número de plantas con mayor peligro de extinción está aumentando debido al aumento del número de especies conocidas que automáticamente pasan a catalogarse como ‘en peligro’”.
En el caso concreto de las plantas “raras” de España, éstas no muestran los niveles de incertidumbre de otros grupos taxonómicos (los invertebrados, por ejemplo). Incorporar las dinámicas de la taxonomía a las listas rojas no debería ser un problema para la conservación, y los investigadores juzgan que “esas listas rojas deben permanecer flexibles y adaptables”.
“Conviene saber que los recursos económicos y humanos para proteger las plantas amenazadas son muy limitados y si no se dejan de describir nuevas especies habría que repartir el pastel entre más comensales, sin establecer prioridades entre los recién llegados y los que ya llevan muchos años esperando en la mesa”, aseguró Domínguez Lozano.
El estudio ha permitido explicar si la tasa de descripción de especies nuevas está relacionada con el índice de nuevos descubrimientos o con una nueva variedad de taxones ya descritos. Aplicándolo a las estrategias de conservación, los científicos han investigado los cambios que están teniendo lugar en las listas de conservación y si éstos producen prejuicios donde las nuevas micro-especies desplazan a las especies con una taxonomía más consecuente.
Los resultados demuestran que la tasa de descripción de nuevas especies está lejos de ser constante a lo largo del tiempo y que las descripciones se encuadran sobre todo en géneros grandes con un 62,9%. La descripción de nuevas especies ha sido proporcional al tamaño de los géneros, y tampoco ha variado a lo largo del tiempo.
Herramientas para la conservación de plantas
Según la investigación, las listas rojas deben mantener el equilibrio entre aceptar la conservación de nuevas especies procedentes del trabajo de la taxonomía de grandes y pequeños géneros y conservar los linajes poco diversificados, taxonómicamente estables y viejos. El monitoreo de estas especies a largo plazo es necesario, según los científicos, para evaluar los cambios de estatus y las posibles amenazas.
Usando herramientas tales como la Estrategia Global para la Conservación de Plantas (GSPC, en sus siglas en inglés) se llamaría la atención sobre la necesidad de la temporalidad de las listas y hacer hincapié en la necesidad de un proceso de revisión permanente. Una de las posibilidades que el estudio propone es establecer un grupo de expertos capaces de incorporar novedades y cambios periódicos en las listas de conservación.
Para Domínguez Lozano, “no basta con publicar la descripción de especies nuevas y con ello esperar que éstas sean protegidas automáticamente”. El científico recomienda una colaboración entre los gerentes de conservación y los taxónomos para maximizar la utilidad de la información que se desprende de los procesos de elaboración de las listas rojas.
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F. Domínguez Lozano, J.C. Moreno Saiz, H. Sainz Ollero, M. W. Schwartz. “Effects of dynamic taxonomy on rare species and conservation listing: insights from the Iberian vascular flora”, Biodiversity and Conservation ; 16 (14): 4039-4050 DIC 2007