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Agencia Sinc

Así cambió la vegetación de Gran Canaria con la llegada de los humanos

Gracias al análisis de los restos de polen fósil y carbón vegetal, un equipo de científicos ha podido reconstruir la evolución de la vegetación de Gran Canaria hace entre 4.500 y 1.500 años. El estudio revela que la desaparición del bosque en algunas zonas de la isla se debe en parte al incremento de incendios y al cultivo de cereal. Ambos factores se relacionan estrechamente con la llegada de los primeros aborígenes a la isla.

Así cambió la vegetación de Gran Canaria con la llegada de los humanos
La llegada de los aborígenes afectó a la vegetación de la isla y provocó la disminución o desaparición de algunos árboles y la expansión de los arbustos y herbáceas. / José Antonio Peñas (Sinc)

Desde hace algunos años, los restos de polen fósil hallados en las islas canarias de Tenerife y La Gomera han ayudado a los investigadores a conocer los cambios en la composición de sus bosques durante el Holoceno (desde hace unos 9.600 años aproximadamente) y cómo ha influido el factor humano en estas variaciones.

Un equipo de científicos, liderado por la Universidad de La Laguna, ha realizado ahora el primer trabajo sobre la vegetación de Gran Canaria mediante el análisis de polen fósil, que ha permitido estudiar la dinámica de la vegetación antes y después de la colonización humana de la isla. Los resultados de su estudio se han publicado en The Holocene.

“Hemos puesto de manifiesto la importancia de la vegetación termófila (en este caso sabinares y palmerales) en el norte de la isla desde hace al menos 4.500 años, donde se pensaba que la vegetación dominante antes de la llegada de los humanos era principalmente laurisilva”, explica a Sinc Lea de Nascimento, investigadora en la Universidad de La Laguna (Tenerife) y autora principal del trabajo.

Los árboles comenzaron a desaparecer en la zona estudiada hace unos 2.300 años, época que coincide con un incremento en la frecuencia de incendios

El estudio se ha realizado en la Laguna de Valleseco, situada al norte de la isla, de donde se han extraído los restos de polen fósil y carbón que han permitido conocer las características naturales de la zona en un periodo que abarca, aproximadamente, del año 2.550 a. C. hasta el 450 d. C.

El declive de los bosques

Según el estudio, hace unos 4.500 años en esta zona del norte de Gran Canaria la vegetación más abundante era termófila, cuyos bosques prefieren temperaturas cálidas. Entre las especies destacan los árboles del género Juniperus y la palmera canaria (Phoenix canariensis).

No obstante, los árboles comenzaron a desaparecer en la zona estudiada hace unos 2.300 años, época que coincide con un incremento en la frecuencia de incendios provocados por las erupciones volcánicas o por la presencia de humanos en la isla. “El volcanismo durante ese periodo fue de muy baja intensidad y probablemente no afectó a los bosques del estudio”, recalca la investigadora. Por lo tanto, “lo más probable es que fueran causados por los humanos”, asevera.

Además, según la científica, los datos indican que los primeros pobladores de Gran Canaria habrían llegado a la isla unos siglos antes de la fecha más temprana de presencia humana que se conoce en la isla según el registro arqueológico (hace 1.900 años).

A partir de esta época se incrementa progresivamente la presencia de arbustos y herbáceas, mientras que otros tipos de vegetación, como el pinar o la laurisilva, siguen manteniendo una presencia relativamente baja.

Otro de los datos más significativos que arroja el estudio es el aumento del cultivo de cereales sobre todo a partir del siglo II d. C., un reflejo de cómo se fue desarrollando poco a poco esta actividad agrícola en la isla.

Los investigadores piensan que los habitantes de la isla quemaron amplias zonas de terreno para obtener nuevas tierras de cultivo

El cultivo de cereales se mantuvo estable desde entonces, mientras que hasta el último periodo estudiado, es decir, entre los siglos IV–V, no se observa un repunte de los árboles, especialmente en las fayas (Morella faya).

Consecuencias de la acción humana

Además de los restos de polen, se han encontrado fragmentos de carbón vegetal en la Laguna de Valleseco, un resto de los incendios que tuvieron lugar entonces. Los investigadores piensan que los habitantes de la isla quemaron amplias zonas de terreno para obtener nuevas tierras de cultivo.

De Nascimento señala que en Tenerife la situación fue similar a Gran Canaria. La llegada de los aborígenes afectó a la vegetación de la isla y provocó la disminución o desaparición de algunos árboles y la expansión de los arbustos y herbáceas. También se produjeron más incendios y se detectó el aumento de gramíneas.

Sin embargo, el estudio de La Gomera no reveló ningún cambio significativo en la composición del bosque tras la llegada de los humanos, lo que podría deberse a que es una isla pequeña, que fue colonizada más recientemente, hace unos 1.800 años, y que por tanto contaba con una población menor.

“La única manera de aproximarse al estado original de la vegetación en la zona estudiada sería plantar las especies vegetales que existían en la zona antes de la llegada de los humanos y eliminar aquellas que están presentes en la actualidad como resultado de la acción humana”, apunta de Nascimento.

Actualmente, los científicos siguen trabajando en Gran Canaria y Tenerife, y están analizando también muestras de Lanzarote y Fuerteventura. Fuera de nuestro país, sus nuevas investigaciones se centran en las islas de Madeira y Cabo Verde.

“Nuestro objetivo principal es reconstruir la dinámica de la vegetación en las islas de la Macaronesia a lo largo del tiempo y relacionar posibles cambios de la vegetación con el cambio climático y el impacto humano. Asimismo, intentamos integrar la información paleoecológica en la conservación y gestión de la naturaleza de las islas”, concluye de Nascimento.

Referencia bibliográfica:

Lea de Nascimento et al. “Reconstructing Holocene vegetation on the island of Gran Canaria before and after human colonization”. The Holocene 26(1) 113–125. DOI: 10.1177/0959683615596836. Enero de 2016

Este trabajo ha sido financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, proyecto: CGL 2009-10939

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons

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