La automatización de las líneas de fabricación tradicionales ha sido relativamente fácil. Al tratarse de entornos estructurados donde las piezas se encuentran perfectamente posicionadas, los robots sólo tenían que ser capaces de acercarse a ese lugar, reconocer la pieza y colocarla en otro sitio. No obstante, las líneas de fabricación han cambiado mucho en los últimos años. Según explica Eusebio de la Fuente, profesor del Departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática de la Universidad de Valladolid, en las más modernas “existen varios productos mezclados, de distintos tamaños y apariencia, y muchas veces en movimiento”, cuya manipulación automática es factible gracias a los sistemas de visión artificial.
Miembros del Departamento trabajan en este campo y han desarrollado con éxito proyectos de gran complejidad. Tal y como apunta el investigador, “el guiado mediante visión artificial consiste en, utilizando cámaras, conseguir que un robot no sólo emule el brazo de un operario, sino también el ojo”. De esta forma se puede solventar el problema que surge con algunas industrias que trabajan a la vez en diversas líneas de producto, donde el uso del robot tradicional para la automatización de procesos no es válido.
“El robot debe disponer de una capacidad sensorial que le permita posicionarse frente al objeto”, asegura, bien por la alta variabilidad de los productos a los que se enfrenta o bien por encontrarse éstos en movimiento o en posiciones aleatorias. Los equipos de visión proporcionan al robot en el instante de aprehensión las coordenadas y orientación del producto, lo que posibilita “una manipulación precisa y fiable”. “En líneas en las que el producto va en movimiento o hay varios mezclados el mismo robot puede diferenciar dónde tiene que dirigirse para capturar el producto y procesarle”, incide el experto.
Los sistemas de visión artificial parten siempre de una representación digital. “Una cámara actúa como un ojo, el iris corresponde al diafragma, la retina al sensor y el cristalino a la lente, que permite alejar o acercar la cámara del objeto para conseguir un buen enfoque”, ha precisado. Frente a la visión humana, la artificial depende mucho de las condiciones lumínicas, puesto que “no puede adaptarse a los cambios como el ojo humano”. Por ello, su mayor uso se encuentra en el campo de la industria, donde puede determinarse una iluminación estable.
Aplicación en la fabricación de radiadores
En concreto, uno de los proyectos en los que ha trabajado el equipo de investigadores ha sido con el fabricante de radiadores Raico, con sede en la localidad burgalesa de Briviesca. “Este proyecto ha supuesto el desarrollo de un sistema de visión para guiar un robot industrial en condiciones muy complejas”, señala Eusebio de la Fuente. En este caso, el robot debe hacer un seguimiento de distintos modelos de radiadores que se transportan colgados por la cadena de fabricación y adherir pegatinas sobre cada una de las entradas y salidas.
“El fin es tapar estos agujeros porque cuando los radiadores pasan a la cabina la pintura entra por ahí y luego no cierran bien”, detalla el experto, quien afirma que realizar este trabajo que lleva a cabo un operario es complicado si no se dispone de un robot con sistema de visión que se posicione en los agujeros y dirija automáticamente la pegatina.