Científicos del Instituto de Investigación para la Gestión Integrada de Zonas Costeras (IGIC), ubicado en el campus de Gandia de la Universidad Politécnica de Valencia, en colaboración con investigadores del IMEDEA, centro mixto CSIC-UIB, están estudiando la incidencia de la pesca de palangre en la mortandad de la población de pardela cenicienta y pardela balear en el Mediterráneo.
Los investigadores del IGIC, que iniciaron esta línea de trabajo a finales de la década de los 90, alertan del “grave peligro” que corren estas especies, “si no se adoptan una serie de medidas que frenen el paulatino descenso que se viene dando en las poblaciones de estas especies en los últimos años”. Actualmente, la pardela cenicienta está catalogada en la Comunidad Valenciana como especie vulnerable y la balear está en peligro de extinción a escala nacional.
“Entre 1998 y 2005, las cifras de mortandad de aves marinas en la zona del Mediterráneo de la Comunidad Valenciana se estimó entre las 200 y 600. No son muchas, pero si tenemos en cuenta que el 80% son pardelas cenicientas y que la colonia de pardelas cenicientas es de 50-60 parejas, con que se muera un 4-5% anual ya es suficiente para que la población esté en peligro”, apunta Eduardo Belda, investigador del IGIC.
A partir de los estudios realizados, concluyen que una de las posibles causas del declive de las poblaciones de pardela sea el palangre. Eso sí, contrariamente a lo que se solía esgrimir, no hay ningún tipo de relación entre el número de anzuelos que se calan y el número de aves que caen.
Entre los principales factores que influyen en la mortandad de las aves se encuentra la hora de calar palangre. Tal y como describe Belda, la hora ideal para los pescadores es justo al amanecer y “esa es la peor hora para las aves”.
Belda apunta también indirectamente a la “enorme” reducción de los stocks pesqueros: “Cada vez hay menos pesca; de hecho el que estas aves recurran a los palangres o arrastreros es en parte por ser un recurso fácil, pero también porque hay menos comida en el mar. Esa sobreexplotación de recursos pesqueros es lo que les hace acudir al palangre, con los riesgos que ello conlleva”.
Por otro lado, los investigadores han observado que otro de los factores que influyen en la mortandad es si los arrastreros están activos o no. “Desde hace varios años los arrastreros tienen que cumplir una moratoria biológica por la que no pueden salir a pescar. Si se da esa circunstancia de moratoria y además calan al hacerse de día se incrementa el riesgo para las aves”, explica Belda.
La pardela, tanto la cenicienta como la balear son especies migradoras que acuden a nuestras aguas para reproducirse. “Es cierto que el nivel de mortandad que se da aquí no es elevado, pero si le sumamos el que se da en los lugares de invernada, el riesgo de extinción es alto”, apunta Eduardo Belda.
Soluciones
Para este equipo de científicos de la Universidad Politécnica de Valencia, la solución pasa, entre otras medidas, por el cambio en la hora del palangre –“si calas de noche reduces muchísimo la posibilidad de capturar aves y si lo haces de día, también”-, al tiempo que consideran indispensable una regulación del palangre, tal y como ya ocurre en otros escenarios de pesca internacionales como el Pacífico o en el Atlántico Sur.