Lleva casi seis años investigando en China sobre agujeros negros, mecánica cuántica y partículas. Este físico romano ha estado en Barcelona, invitado por el Instituto Italiano de Cultura, en uno de los encuentros que la institución pública organiza este año para poner en contacto científicos con el gran público.
El huso horario donde habita Antonino Marcianò (Roma, 1979) se encuentra en algún lugar entre Europa y Asia. Hace casi seis años que este físico italiano se mudó a Shanghái, donde investiga en física teórica y da clases en la Universidad de Fudan. Cada mes viaja como mínimo una vez a Europa, y en las últimas semanas ha pasado por Francia, Italia y España- En Barcelona participó en el segundo encuentro sobre ciencia que organiza el Instituto Italiano de Cultura de la ciudad.
Un viernes por la tarde unas sesenta personas se acercaron a escuchar su charla sobre física cuántica y cosmología. Muestra su alegría por el interés de la ciudadanía en la ciencia y pone en relieve la importancia de la divulgación. “Si diez de los sesenta asistentes acaban leyendo sobre ciencia, es un éxito”, calcula. Nos encontramos cerca de su hotel, delante de la Fundació Antoni Tàpies. No conoce al artista, pero al cruzar la sala donde se exhiben sus cuadros y esculturas dice que le parecen interesantes. Allí charlamos sobre ciencia, su país Italia y su vida en China.
¿Cómo fue el encuentro en el Instituto de Cultura Italiano de Barcelona? Está bien que un centro cultural se interese por la ciencia, ¿no?
Estoy muy contento de que el Instituto de Cultura Italiano se haya dado cuenta de que la ciencia es cultura. En Italia tenemos un problema de reconocimiento de la ciencia. El humanismo empezó en el mundo occidental gracias a gente que cultivaba el arte y la ciencia. Por ejemplo, ahora se cumplen los 500 años de la muerte de Leonardo da Vinci, que fue el prototipo de hombre del Renacimiento. Más adelante, Italia contribuyó con otras figuras claves como Galileo Galilei, crucial en la historia de la física y de la ciencia en general.
¿La financiación es el principal problema de la ciencia en Italia?
La financiación pública es más que trágica, pero se trata de una cuestión cultural. No hay respeto hacia la ciencia. No hay un reconocimiento público de lo que hacen los investigadores. En los últimos años, la ciencia no ha sido tomada en serio. Es algo que va más allá de la izquierda o la derecha, es algo más radical, es una cuestión profunda. Que el Instituto de Cultura Italiano sea sensible con la ciencia y monte estos debates es muy buena señal. Es positivo mostrar una cara diferente del país, donde no solo hay pizza, espagueti y arte.
Antonino Marcianò / Guillermo Castelví (SINC)
Según su opinión, ¿en China se toman más en serio la ciencia?
Esta es una lección que podemos aprender de China. Allí planearon por avanzado 20 años de investigación y tuvieron un boom muy rápido. En China hay un conocimiento muy profundo de la importancia de la ciencia, su rol en la sociedad y el poder geopolítico que tiene. La ciencia es relevante por numerosos motivos. Esto, para alguien como yo, que llegaba de un país que vivía en la decadencia, fue algo muy bueno.
Ya llevo casi seis años viviendo en China y allí he vivido cosas increíbles. Cuando alguien te pregunta a qué te dedicas y respondes que eres físico, te dicen: “¡Guau! Maravilloso, qué fascinante, cuéntame más sobre ello”.
En Italia, cuando dices que eres investigador te responden: “Ah, entonces no trabajas”, como si estuvieras perdiendo el tiempo.
¿Qué puede hacer usted en China que en Italia es imposible?
Primero de todo convertirme en profesor a los 30 años. En Italia tienes que esperar hasta los 45 o 50 años para obtener una plaza de investigador permanente. Sin embargo, el título no es algo importante, lo relevante es tener la posibilidad de hacer la investigación que te gusta. En China no te tienes que preocupar cada año de pedir becas para sobrevivir.
Esto afecta a los científicos de mi generación, que viven en la incertidumbre total sobre su futuro. Si en ciencia te dedicas a solicitar financiación, te olvidas de la parte más importante: investigar. La burocracia te hace olvidar la parte más relevante de tu carrera.
En China pude crear mi grupo de investigación y trabajar en la dirección que yo quise sin que nadie me dijera nada. Fui libre de escoger mi camino. Es increíble.
Por lo que cuenta, la situación y las oportunidades no tienen nada que ver.
La situación es generosa para la gente que quiere hacer un trabajo original. Allí hay dinero y la posibilidad de hacer investigaciones originales. Eso atrajo mi atención. En aquel momento yo estaba en una buena institución de Estados Unidos, pero no tenía una posición fija y llega un momento que tienes que ser independiente. Aquí en Europa consigues la independencia cuando estás a punto de jubilarte [ríe].
Por otro lado, la investigación en China puede ser bastante opaca. Fíjese el escándalo de los embriones humanos modificados genéticamente por el investigador chino He Jiankiu. ¿Qué opina?
Depende del sector. La investigación es opaca sobre todo en el desarrollo de nuevas tecnologías con muchas aplicaciones. Pero este tipo de proyectos son muy secretos en cualquier país. Honestamente, seguí el escándalo de Jiankiu por la prensa europea, porque no estaba allí. Pero conozco la universidad, es muy nueva y trabaja gente brillante con mucho dinero. En lo que yo hago, que es física teórica con aplicaciones en el futuro, nunca me he encontrado con situaciones así.
“Física teórica con aplicaciones en el futuro”. Su investigación se centra en investigación básica, aunque no le debe gustar mucho la división entre ciencia básica y aplicada…
La investigación teórica intenta entender el mundo con datos. En cuanto uno entiende el mundo puede que tenga una aplicación. La física teórica buena debe tener una conexión profunda con los experimentos, porque estos necesitan teoría para tener un marco mental en el que reflexionar sobre cómo procesar los datos, incluso cómo hacer un experimento y en qué fijarse. Y los teóricos necesitamos a los experimentales para saber si lo que estamos pensando realmente existe. Una teoría puede ser consistente, muy bonita, pero no reproducir la realidad.
Esta interacción entre lo teórico y lo experimental es muy importante. Hay aplicaciones macroscópicas de la mecánica cuántica. En Shangái puedes coger el Maglev [el tren de levitación magnética], que viaja a 460 kilómetros por hora gracias a la superconductividad, que es mecánica cuántica.
La periodista Núria Jar entrevista al físico Antonino Marcianò. / Guillermo Castelvi (SINC)
Ahora, hay algunos científicos como Sabine Hossenfelder que critican que la belleza ha desorientado a los físicos. ¿Considera que estas fórmulas deben ser bellas?
La belleza es importante en física a la hora de desarrollar nuevos marcos y teorías. La simetría, que está conectada estéticamente con la belleza, es muy importante para escribir sobre dinámica. Yo diría que la simetría es el concepto más importante que tenemos, aunque la realidad no siempre la reproduzca. La belleza, como la simetría, es también un concepto de simplicidad. Un buen modelo debe ser simple, las complicaciones llegan luego cuando se desarrolla la teoría para adaptarla al sistema. Si tienes un modelo sencillo es mucho mejor y más potente.
En su charla habló mucho sobre las analogías y cómo conectar la ciencia con la realidad y otras disciplinas.
Esta es una cuestión mayor. Durante muchos años, y para mucha gente, uno era un buen científico si se focalizaba solo en un tema, o dos como máximo por si el primero fallaba. Yo creo exactamente en lo opuesto: si solo haces una cosa, nunca vas a entender qué estás haciendo. Uno tiene que abrir la mirada para que la información aparezca de otra manera. Tu intuición mejorará cuanta más perspectiva seas capaz de tener.
Si quieres ser inteligente tienes que ir más allá de tus miedos, ser valiente. En cambio, durante muchos años los científicos se han centrado en solo una disciplina, ya que facilita la producción de un montón de artículos, la obtención de más financiación, tener una posición… Esto no es ciencia de la buena, no es ni tan solo conocimiento. Es lo opuesto a lo que necesitamos.
La presión del ‘publish or perish’ (publica o perece).
Si continuamos pensando de esta manera no haremos nada bueno. Tenemos que salir del viejo paradigma que está contaminando la investigación científica. Esto ha afectado cada vez más a la actitud de la gente en los últimos años. Soy un hereje diciéndote esto, pero ahora esta herejía está cada vez más aceptada, sobre todo entre los jóvenes. Ahora nos encontramos en una buena posición para intentar devolver la ciencia a un terreno más humano.