El primer paso de la humanidad en nuestro satélite, el aviso “Houston, hemos tenido un problema” y las imágenes que llegan de Marte se han registrado gracias la Red de Espacio Profundo de la NASA, un conjunto de antenas situadas en tres estaciones de la Tierra. Una está en Madrid, donde el jefe científico de la red, Joseph Lazio, ha compartido con Sinc algunos aspectos de este proyecto de comunicación interplanetaria.
Esta semana ha pasado por Madrid el radioastrónomo Joseph Lazio, jefe científico del Consejo de Administración de la Red Interplanetaria, una sección del Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA que se encarga de gestionar su Red de Espacio Profundo (DSN, por sus siglas en inglés). Esta red intercambia datos con naves espaciales que viajan por el espacio lejano, desde la Luna o Marte hasta los confines del sistema solar, como las sondas Voyager.
“La potencia que llega desde una de esas sondas hasta las antenas de 70 metros de la red es tan pequeña que si la acumulásemos durante mil millones de años podría encender solo un segundo la bombilla de una nevera”, explicaba Lazio durante sus conferencias en el Planetario de Madrid y en uno de los tres complejos que componen la DSN: el de la localidad madrileña de Robledo de Chavela. Los otros dos están en Goldstone (Califonia, EE UU) y Camberra (Australia), de tal forma que con esta distribución se asegura el seguimiento de las naves a pesar de la rotación de la Tierra.
“La Red de Espacio Profundo cuenta con un presupuesto anual de unos 200 millones de dólares, que suministra íntegramente la NASA, aunque se hagan convenios de colaboración con los gobiernos e instituciones nacionales –como el INTA, en el caso de España–”, aclara a Sinc el jefe científico, quien reconoce el desafío constante que hay que hacer para financiar las investigaciones espaciales: “Siempre hay más buenas ideas que dinero”.
Aun así, Lazio no oculta su satisfacción por los logros conseguidos por la red en sus 50 años de vida, un aniversario que se celebra este año, aunque la fecha exacta fue el pasado 24 de diciembre: “En la lista de los 50 hallazgos científicos del último medio siglo elaborada por el Consejo para el Avance de la Expresión Escrita de la Ciencia en EE UU –integrado por periodistas científicos–, la DSN ha estado íntimamente involucrada en 22”.
Despertó la conciencia medioambiental sobre la Tierra
“Sin esta red no habríamos tenido satélites, ni naves espaciales en la Luna y posteriormente en otros planetas”, destaca el radioastrónomo, que también recuerda otros aspectos menos conocidos: “Proporcionó gran parte de los datos para el modelo de la tectónica de placas, confirmando el desplazamiento del fondo marino y la elevación de las cordilleras; y la mayoría de los científicos reconocen que la foto Amanecer de la Tierra tomada por los astronautas del Apolo 8 y enviada a través del DSN sirvió para despertar la conciencia medioambiental sobre nuestro planeta”. El primer paso del hombre en la luna y la famosa frase “Houston, hemos tenido un problema” del Apolo 13 también llegaron por la DSN.
Además a la valiosa información que han tomado las sondas de los planetas y lunas del sistema solar, los datos de los telescopios espaciales sobre el universo se han retransmitido del mismo modo a través de las antenas terrestres: radiación de fondo cósmico, inflación cósmica, energía oscura, edad del universo, cuásares –fuentes muy estables y energéticas que también sirven de referencia para navegar por el espacio–, seguimiento de asteroides peligrosos, exoplanetas...
“Gracias al trabajo de sondas como Kepler se ha incrementado el número de exoplanetas conocidos de nueve a más de 3.500; y estos descubrimientos han influido en la redefinición de Plutón, ahora planeta enano”, dice Lazio, que añade: “Cuando era niño, Plutón era un planeta, y Fobos se suponía que era un asteroide atrapado por Marte, cuando ahora sabemos –gracias a la información de la sonda Mars Express transmitida por la DSN– que su densidad revela que en realidad se trata de una acreción de material del entorno”.
Las fotografías y datos que han enviado los vehículos que han pasado por el planeta rojo, desde el aterrizaje de Mars Pathfinder en 1997 hasta las actuales de Curiosity, también han pasado por Robledo y las otras dos estaciones. Además, en Marte se ha establecido una red marciana entre los orbitadores, los rovers y las antenas terrestres que puede servir de referencia para establecer redes de comunicaciones interplanetarias, incluso con tecnología láser, mucho más rápida y con mayor ancho de banda que las de radio actuales.
“Otro de los principales retos tecnológicos que tenemos planteados es un nuevo concepto de naves mucho más pequeñas –se podrían abarcar con los brazos y consumirían mucha menos energía–, aunque hay que establecer cómo comunicarse bien con ellas y qué ciencia pueden desarrollar”, señala Lazio, que apunta los hallazgos ya conseguidos con las actuales, como el descubrimiento de agua en Marte y la Luna. En los próximos años también podría aparecer bajo las cortezas heladas de Europa o Encélado.
¿Inteligencia extraterrestre?
En el caso de la Luna, las primeras evidencias sobre la presencia de agua las proporcionaron las observaciones radar del DSN y el radiotelescopio de Arecibo, en Puerto Rico. Desde este último los miembros del proyecto SETI también buscan señales de inteligencia extraterrestre e incluso plantean el envío de otras para informar de la posición de la Tierra.
“Es una idea interesante como ejercicio de investigación, pero desde luego no es nuestra idea y no dedicamos tiempo a eso”, subraya el jefe científico. “Aunque si una posible civilización alienígena emitiera en la frecuencia de nuestras antenas, se podría detectar –añade–. Pero nuestra primera misión es seguir las señales de nuestras naves espaciales, que actualmente son 35, de las cuales 23 son de la NASA y el resto de la Agencia Espacial Europea (ESA) y otras agencias como las de India y Japón”.
Lazio destaca la importancia de la colaboración entre las agencias y la red de espacio profundo que tiene la ESA, así como en la necesidad de homogeneizar y compartir los datos de los telescopios espaciales, terrestres y otros instrumentos astronómicos. En este sentido, esta semana también ha sido el representante de EE UU en la reunión que ha mantenido en el centro ESAC de Madrid el International Virtual Observatory Alliance (IVOA), encargado de esa tarea.
En cualquier caso, el radioastrónomo subraya que esa es una actividad diferente a la de la Red de Espacio Profundo de la NASA, que espera que continúe al menos otros 50 años más “abriendo fronteras” al conocimiento del sistema solar.