Tras décadas de demonización y prohibiciones, estas sustancias alucinógenas están experimentando un renacimiento: cada vez son más los ensayos clínicos que exploran su potencial para tratar aflicciones mentales. Sin embargo, como advierte este autor, la medicina psicodélica tiene sus peligros: la charlatanería pseudocientífica y corporativa.
Se los conoce con muchos nombres: ‘hongos mágicos’, ‘hongos psicodélicos’, ‘hongos psilocibios’. Hay quienes les dicen ‘shrooms’, en inglés. Y, desde hace unos años, están saliendo poco a poco de la clandestinidad: el mercado de los hongos alucinógenos -aún considerados ilegales en muchos países- ha experimentado un importante crecimiento en los últimos tiempos, en especial desde que varios estudios clínicos demostraron que su ingrediente psicoactivo, la psilocibina, puede ser eficaz en terapias para tratar la depresión, la ansiedad, el trastorno de estrés postraumático, la adicción a la metanfetamina, el alcoholismo, anorexia nerviosa o en cuidados paliativos.
“Estamos atravesando por un interesante resurgimiento de la cultura psicotrópica”, cuenta a SINC Naief Yehya, autor de ‘El planeta de los hongos: Una historia cultural de los hongos psicodélicos’ (Anagrama, 2024). En este libro, el ensayista e ingeniero industrial mexicano va más allá del hype y explora en profundidad cómo estos increíbles organismos han impulsado experiencias religiosas y existenciales en todo el mundo durante miles de años, a la vez que han moldeado tradiciones y disciplinas científicas: los hongos alucinógenos se encuentran entrelazados en los cambios sociales, culturales y tecnológicos de la humanidad.
“La nueva ciencia psicodélica retoma experimentos y resultados que habían sido abandonados en los años sesenta”, indica Yehya. “El uso de hongos y sustancias para estimular la imaginación, la creatividad y la resolución de problemas se ha normalizado en muchas industrias como la del software”.
En esta época estamos viendo un redescubrimiento de esos hongos, en parte por la desaparición del estigma del consumo
Los hongos en general han despertado recientemente un nuevo interés, una nueva moda: la ‘micomanía’. Hay documentales maravillosos como Fungi: The Web Of Life -narrado por la cantante Björk- y Fantastic Fungi; libros (Entangled Life del micólogo británico Merlin Sheldrake y How to Change Your Mind del escritor Michael Pollan); charlas TED; hasta series distópicas como The Last of Us, en la que los hongos desatan una nueva pandemia. ¿A qué se debe esto?
Es que los hongos son organismos sorprendentes, capaces de comunicarse entre sí, de manipular su entorno con beneficios para el ecosistema, como repartir nutrientes. Si no existieran los hongos, la materia muerta se vendría apilando desde hace más de mil millones de años. Además, los hongos son organismos impredecibles que responden ingeniosamente a su entorno. Toman decisiones, improvisan. Establecen redes de información, intercambian nutrientes. De hecho, el micelio, es decir, la vasta red subterránea de filamentos microscópicos, es una gran metáfora de internet.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Utah y el Museo de Historia Natural de Utah descubrió que la psilocibina -el componente psicoactivo de estos hongos- surgió hace unos 65 millones de años, justo cuando el asteroide que mató a los dinosaurios provocó una extinción masiva. / Museo de Historia Natural de Utah (NHMU)
¿Y en cuanto a los hongos psicodélicos? ¿Por qué hay un resurgimiento ahora y no lo hubo hace 30 o 40 años?
Se estima que existen 209 especies de hongos psicodélicos. En esta época estamos viendo un redescubrimiento y una creciente aceptación. Creo que esto se debe a una conjunción de factores: un renovado interés y la desaparición del estigma del consumo acompañados por una liberación tenue pero consistente después de décadas de prohibición al consumo de drogas alucinógenas o que alteran la mente. También hay una mayor disponibilidad de estas sustancias que pueden transformar nuestras percepciones al crear nuevas conexiones neuronales, las cuales nos permiten nuevas formas de pensar y modifican nuestra perspectiva.
Los hongos mágicos dejaron de ser objeto de culto únicamente de hippies y viajeros deseosos de encontrar nuevas experiencias. ¿Por qué cada vez más personas se orientan a tomar microdosis o pequeñas cantidades de psilocibina, incluso como alternativa a los antidepresivos?
También se debe al levantamiento de las restricciones a la financiación de las prometedoras investigaciones científicas que les dan validez. Los terapeutas empezaron a incorporarlos en sus tratamientos contra la ansiedad, la depresión y trastornos obsesivo-compulsivos.
Estudios recientes apuntan que su consumo induce la neurogénesis, es decir, la formación de nuevas neuronas, y genera nuevas conexiones entre zonas que usualmente no se comunican entre sí
Estudios recientes han demostrado que la psilocibina ‘desincroniza’ el cerebro humano, disolviendo las conexiones de red vinculadas a nuestro sentido del espacio, el tiempo y el yo.
Lo que se sabe es que induce la neurogénesis, es decir, la formación de nuevas neuronas, y genera nuevas conexiones entre zonas que usualmente no se comunican entre sí. Cambia el flujo de señales y modifica las estructuras y el crecimiento de las neuronas. Pero hay mucho que se desconoce.
Hasta el momento se han encontrado más de 200 "rocas hongo" desde Chiapas, en México, hasta la costa del Pacífico del Salvador. / Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.
El investigador británico Paul Devereux dice que la historia humana es un “largo viaje” del cual la cultura occidental moderna con su “guerra contra las drogas” representa una aberración anómala. ¿Cuál es la evidencia más antigua del uso de estos hongos mágicos?
Es imposible saber exactamente cuándo nuestros ancestros probaron especies psicoactivas de hongos. Lo que sí se sabe es que se han utilizado durante miles de años en casi todo el mundo para alterar los sentidos. Uno de los primeros usos documentados se encontraron en cuevas al sur de Argelia: se ven pinturas de hombres corriendo con hongos en las manos hechas entre el 9000 y el 6000 a.C. También se han identificado representaciones de estos hongos en el sitio arqueológico de Turganik, en las montañas de Altai, Siberia, de hace unos 4000 a 6000 años.
Los hongos han tenido un rol muy importante en varias culturas, pese a que se ha intentado borrar cualquier registro de esto. Nuestros antepasados no solo ingerían hongos como un acto recreativo sino también para lograr su supervivencia. Los vikingos consumían sustancias alucinógenas antes de las batallas: alteraban su percepción, los fortalecía, erradicaban el miedo. Los hongos tuvieron un impacto cultural en varios pueblos en los que moldearon los sistemas de creencias, las relaciones sociales y las prácticas de curación.
Es imposible saber exactamente cuándo nuestros ancestros probaron especies psicoactivas de hongos. Lo que sí se sabe es que se han utilizado durante miles de años en casi todo el mundo para alterar los sentidos
¿Cuál es la relación de los hongos psicodélicos y el desarrollo cultural en América?
Se cree que los pueblos americanos emplearon sustancias psicoactivas desde el período de los olmecas, entre el 1200 al 400 a.C. Los hongos fueron empleados por mayas, zapotecas y nahuas. Para estos pueblos, el consumo de hongos y de otras muchas sustancias y plantas tenía una función curativa pero también de vinculación con los ancestros y la tierra. La estatua de Xochipilli, dios mexica del amor, la música y la belleza, lleva grabadas plantas, hojas de tabaco y sombreros de hongos Psilocybe. Con la llegada de los conquistadores españoles, estas prácticas pasaron a la clandestinidad. Es uno de los muchos episodios de la historia que han sido borrados. Para el Santo Oficio de la Inquisición de la Nueva España, el consumo de cualquier planta embriagante fue considerado una herejía. Las menciones a estas costumbres y tradiciones fueron eliminadas de un tajo por el verdadero temor de constituir una competencia desleal al cristianismo. Ahora los historiadores las están redescubriendo.
¿Y con qué fuentes cuentan?
No son muchas. La mayoría de los códices prehispánicos fueron destruidos por los conquistadores debido a que los veían como obras satánicas. El misionero franciscano Bernardino de Sahagún fue quien describió con mayor detalle los usos, ritos y prácticas que involucraban hongos psicotrópicos en Historia general de las cosas de la Nueva España (o ‘Codex Florentino’) en el siglo XVI. Según el micólogo Teófilo Herrera Suárez, unas esculturas mayas de entre 25 a 35 cm de altura conocidas como ‘hongos de piedra’ originarios de El Salvador, Guatemala y Chiapas son el testimonio más antiguo de estas prácticas en el continente. Datan de entre el año 1000 a.C. hasta el 90 d.C.
El desarrollo de su sustancia psicoactiva puede ser un mecanismo ingenioso de defensa para repeler a depredadores o para atraer a ciertos organismos, insectos u otras formas de vida y así usarlos para su beneficio, como distribuir esporas
¿Se sabe por qué los hongos generan compuestos psicodélicos?
Hay varias especulaciones. El desarrollo de su sustancia psicoactiva puede ser un mecanismo ingenioso de defensa para repeler a depredadores o para atraer a ciertos organismos, insectos u otras formas de vida y así usarlos para su beneficio, como distribuir esporas. El hongo Ophiocordyceps unilateralis de la selva amazónica, popularizado por la serie The Last Of Us, manipula el comportamiento de ciertas hormigas.
En las ilustraciones del “Códice Florentino” (ina enciclopedia del México indígena del siglo XVI), un ser inquietante flota sobre un hongo nanacatl (también llamado teonanacatl, “carne de dios”), en alusión a las cualidades alucinógenas de la planta. / Biblioteca Digital Mundial / Library of Congress.
¿Qué distingue a los hongos psicodélicos de otras sustancias alucinógenas?
Quizás su fácil acceso y consumo. No es necesario ningún tipo de procedimiento para consumirlos, a diferencia de la ayahuasca, el peyote o la marihuana, por ejemplo. También por su consistencia y contundencia del efecto, la inevitabilidad de sentirse en otro mundo una vez que los consumes. Y los bajos niveles de adicción. Además, algo interesante es que el uso de hongos psicodélicos ha llevado a muchos a entablar un nuevo diálogo con su entorno. Promueve el deseo de respetar la naturaleza.
En su libro, usted describe cómo el consumo de psicodélicos ha sido habitual en Silicon Valley e influyó en el desarrollo del mundo digital. ¿A qué se debió esto?
Ingenieros, desarrolladores y programadores de nuestra actual cultura digital confiesan haberse inspirado usando alucinógenos. Este vínculo entre cibercultura y psicotrópicas se conoce como ‘ciberdelia’. Podemos pensar en internet como un subproducto del uso de hongos alucinógenos: es el trabajo de gente que consumía asiduamente LSD, una droga sintética derivada de un hongo. El universo digital donde pasamos buena parte de nuestras vidas es de alguna manera el resultado de exploraciones psicodélicas.
El universo digital donde pasamos buena parte de nuestras vidas es de alguna manera el resultado de exploraciones psicodélicas
¿Cómo imagina nuestro vínculo futuro con los hongos?
Considero que hay oleadas, que van y vienen. Creo que estamos ahora en la cresta de la ola: hay un redescubrimiento de los hongos, hay curiosidad, una explosión de interés y esperanza al respecto de las promesas para la salud que pueden llegar a traer. Existe un renovado activismo. Pero no es la primera vez que esto sucede. A partir de los años 50, las sustancias psicodélicas fueron estudiadas y usadas en tratamientos experimentales para la ansiedad y la depresión hasta que la paranoia y la obsesión conservadoras de la llamada ‘guerra contra las drogas’ impulsaron leyes y prohibiciones para detener las líneas de investigación y desincentivar a los científicos.
En su libro, el investigador mexicano Naief Yehya expone cómo los hongos psicodélicos han sido utilizados durante miles de años por culturas de los humanos los han utilizado en el Medio Oriente, Siberia, Europa, África, Polinesia y América. / Editorial Anagrama
¿Esto puede volver a ocurrir?
Posiblemente. Las farmacéuticas se esfuerzan por apropiarse de medicinas de pueblos indígenas. El mundo de los hongos es un terreno infestado por las pseudociencias, banalidades religiosas y pretensiones new age. A mí me sorprende otro tipo de charlatanería: la corporativa. En convenciones sobre psicodélicos, hay empresas pequeñas y grandes intentando insertarse en este nuevo mercado. Emplean un discurso científico mezclado con un discurso religioso y místico. Y se apropian de tradiciones milenarias. Además, se venden estos hongos como fármacos pero se borra el elemento humano, el contexto, la cultura y comunidad indígena de donde proviene. Creo que el abuso corporativo y comercial de empresas que buscan cómo sacar rédito de estas sustancias nos va a conducir eventualmente hacia nuevos mecanismos de represión. Algo similar ocurrió con internet y la experiencia digital: cuando empezamos a navegar en la web, tuvimos la sensación de que todo era posible, que íbamos a ser más felices y libres. Pero hace un tiempo empezamos a encontrar cada vez más obstáculos y amenazas. La comercialización brutal de nuestra experiencia nos va llevando hacia un nuevo escenario con menos libertad.
¿De dónde viene el título de su libro?
Los hongos existen desde hace mucho antes que nosotros. Y los hongos nos sobrevivirán. El planeta no es nuestro. Es de ellos. Nosotros estamos aquí como visitantes, como turistas. Nosotros somos el resultado de una serie de procesos casuales evolutivos extraños. Ellos estuvieron aquí desde mucho antes creando las condiciones para que nosotros pudiéramos tener lugar. Cuando nos hayamos extinguido, ellos seguirán existiendo, casi como si nada hubiera pasado. Los hongos van a limpiar y reciclar todo el basurero que dejemos y seguirán produciendo psilocibina y otras sustancias para los seres que lleguen a ocupar nuestro lugar.