Carmen Cavada es catedrática de Anatomía Humana y Neurociencia de la Universidad Autónoma de Madrid y también la presidenta de la Sociedad Española de Neurociencia. En el III Foro Europeo del Cerebro, SINC habla con ella sobre las diferencias que producen en el cerebro distintas enfermedades asociadas y el papel de las neurociencias en la sociedad.
Los contrastes entre un cerebro sano y uno con alguna patología específica, ¿son apreciables a simple vista?
Entre un cerebro sano y un cerebro patológico hay diferencias, a veces son más obvias que otras. En determinadas enfermedades, como tumores cerebrales o epilepsia, esas diferencias son muy claras. En el campo de las enfermedades mentales, hay diferencias, pero para hacer un diagnóstico no basta con una imagen del cerebro, sino que hacen falta diversos factores. Y aún así, es muy complejo determinar con precisión estas enfermedades.
¿En qué tres campos las investigaciones cerebrales podrían tener implicaciones sociales?
Un primer campo sería el conocimiento del cerebro durante el envejecimiento. Esto va a tener mucha repercusión en el futuro, ya que necesitamos comprender cómo envejece el cerebro para mantenerlo en las mejores condiciones posibles. Otro campo es el de los trastornos de adicción. Pensamos en las drogas psicoactivas con una gran frivolidad y es muy importante que los investigadores del cerebro comuniquemos bien que las drogas psicoactivas, que podemos interpretar como elementos simplemente lúdicos, poseen una diana sobre la que actúan, el cerebro. Cuando consumimos drogas, estamos produciendo una herida en el cerebro. El tercero de los campos es el de las enfermedades mentales, ya que causan una gran cantidad de sufrimiento.
¿Cómo diagnostica la investigación española en neurociencias?
Desde el punto de vista cualitativo, está en un nivel de excelencia, sobre todo de excelencia individual. Nuestros investigadores son muy apreciados en la esfera neurocientífica internacional y hay centros especializados extraordinarios. Sin embargo todavía tenemos mucho que mejorar la interacción entre profesionales de la medicina, psicólogos, psiquiatras e investigadores básicos. Para eso -quizá- haya que crear estructuras nuevas, más flexibles y con menos burocracia. Además, desde el punto de vista cuantitativo hay mucho que avanzar, necesitamos mayor inversión.
¿Cuál es el hallazgo más importante en su campo de la última década?
El gran salto de la investigación en neurociencia en los últimos años se debe a la colaboración de varios expertos y es el avance de las técnicas de imagen, herramientas que nos permiten ver la forma y la configuración del cerebro y su funcionamiento.
¿Que está por llegar?
A mi me gustaría que avanzáramos en la comprensión de las enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer, el párkinson o la esclerosis múltiple, que representan tanta carga personal, familiar, y económica. También avanzar en el campo de las enfermedades cerebrovasculares. De hecho, las enfermedades de los vasos cerebrales son, con mucho, la mayor causa de consulta médica (más del 50%). Ése sí que es un reto enorme.
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