Carlos Belmonte, fundador del Instituto de Neurociencias de Alicante, preside desde 2007 la Organización Internacional para la Investigación del Cerebro y esta semana ha participado en el III Foro Europeo del Cerebro. SINC plantea a este experto algunas de las dudas que a todos nos asaltan cuando pensamos en el dolor.
¿Podríamos vivir en una sociedad sin dolor?
No creo que sea útil una sociedad sin dolor. Lo que si nos hace falta es una sociedad con control del dolor. El dolor es uno de los mecanismos biológicos para vivir mejor, ya que nos permite sobrevivir, enterarnos de cuando hay un riesgo. Otra cosa es que controlemos el dolor y consigamos que no se convierta en una carga individual con un nivel de sufrimiento innecesario. En ese sentido, nos queda mucho por hacer.
¿Nos medicamos en exceso?
Yo diría que no. Al contrario, en algunos casos. Por nuestra cultura judeo-cristiana tenemos una tendencia a considerar el dolor como algo positivo, que nos sublima, y resistimos el dolor sin necesidad. Una vez que se conoce el origen del dolor y su causa, no hace falta nada más que eliminarlo.
¿Cómo puede ayudar la investigación cerebral a las mejoras sociales?
Proporcionando las bases científicas para el conocimiento del cerebro y con ello, resolviendo las enfermedades mentales, y facilitando información científica de cómo funciona el cerebro, que es el soporte de nuestra conducta, tanto individual como social. La investigación del cerebro va a cambiar de una manera radical muchas de nuestras concepciones sociales.
¿Pero conocemos realmente el cerebro?
Comparativamente con el corazón, mucho menos. El cerebro tiene 100.000 millones de neuronas que hacen una media de 1.000 conexiones cada una. La complejidad biológica y organizativa es tremenda. Estamos avanzando mucho y de manera casi exponencial. Pero de ahí a que tengamos una idea clara de cómo funciona el cerebro, va a pasar mucho tiempo.
¿Hacia dónde avanza la investigación?
Hemos avanzado mucho en los niveles moleculares y celulares, pero nos falta todavía entender el “sustrato mecanístico” de las funciones cognitivas, de las altas funciones del sistema nervioso y del cerebro en particular. Y éste es el gran desafío que tenemos, saber cómo funciona el cerebro en su conjunto y cómo se organizan las funciones cerebrales. Porque el pensamiento, las emociones, los movimientos, todo es una operación del cerebro.
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