Las drogas modifican el comportamiento de una persona, pero, ¿de qué manera? Lejos de consideraciones morales, Rafael Maldonado estudia desde hace años los efectos positivos y negativos de las drogas. El experto, catedrático de Farmacología de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) en Barcelona, investiga los cambios que origina el consumo de drogas en el comportamiento de las personas. Su objetivo, obtener algún día una terapia racional para el tratamiento de las adicciones.
¿Cómo es el mecanismo de una adicción?
Cuando se inicia una adicción, se accionan en el cerebro unos ‘circuitos de recompensa’ que están preparados para ser activados por estimulantes naturales (como la ingesta alimentaria o el estímulo sexual), por ello, cuando se estimulan de forma natural, no se produce ningún cambio adaptativo. Sin embargo, cuando una droga de abuso (como el alcohol o el cannabis) incide directamente en estos circuitos, éstos se adaptan a la presencia de la droga y cambian su estabilidad. Éste es el comienzo del proceso adictivo, la desadaptación de los circuitos de refuerzo a causa de la presencia continua de la droga.
¿Por qué muchas veces sólo se tratan los efectos negativos de las drogas?
Las drogas poseen efectos negativos y positivos. El ejemplo de la morfina y la heroína es uno de los más evidentes. No hay nadie que dude de la utilidad terapéutica de la morfina en los hospitales para el tratamiento paliativo de un cáncer, al mismo tiempo que todos conocemos la peligrosidad del consumo de heroína en la calle. Una cosa es totalmente independiente de la otra.
¿Y el cannabis?
Tiene un potencial terapéutico muy bueno, aunque es obvio que su utilización recreativa tiene efectos perjudiciales que pueden ser muy importantes, sobre todo en la población juvenil.
Sus investigaciones se basan en la estimulación intracraneal en animales…
Sí. Por ejemplo, colocamos un pequeño electrodo en una estructura cerebral de un animal. Si esta estructura del cerebro pertenece al circuito de recompensa, el animal rápidamente activa la palanca para obtener una descarga y lograr placer. El animal tendrá una conducta compulsiva de búsqueda de la estimulación eléctrica de este circuito con la finalidad de obtener este sentimiento placentero, muy similar al comportamiento que tiene un individuo adicto.
Se estudió el caso de un mono al que se puso en una caja con una palanca que le daba placer cuando éste la activaba. Se comprobó que si se introducía comida en el habitáculo o una hembra en celo, el mono seguía pulsando la palanca. Si se le dejaba libremente, el mono podía morir extenuado de pulsar tantas veces la palanca.
¿Es diferente el cerebro de las personas que tienen adicciones?
La exposición crónica a las drogas va a producir unas modificaciones plásticas en el cerebro que hacen que éste deje de ser el mismo. El sujeto se vuelve un enfermo crónico con muchas posibilidades de recaída. Es igual que si un individuo tuviera diabetes. Está claro que el individuo padecerá la enfermedad para toda la vida, pero ésta no tiene porque limitar su vida si posee un tratamiento adecuado. Con las drogas pasa lo mismo. Un sujeto adicto va a sufrir sus modificaciones, posiblemente para toda la vida, pero eso no tiene que ser negativo.
¿El cerebro es adicto para siempre?
Aún no tenemos una respuesta clara. De momento podemos decir que un sujeto adicto va a tener esa adicción de una manera crónica, y por tanto, no debemos ser fatalistas, pero tampoco dejar de observar.
¿Por qué no todas las personas son adictas de la misma manera?
La adicción depende de tres pilares: la exposición a la droga, la vulnerabilidad individual (la personalidad adquirida por toda la influencia ambiental) y los factores ambientales (el grado de integración que tenga un sujeto en la sociedad). Cuando se juntan estos tres factores se entra en la llamada “espiral de la adicción”, de la que es bastante difícil salir.
¿Existe ya algún tratamiento para evitar la adicción a las drogas?
No, pero esperamos que el papel del receptor CB1 sea clave para lograr un buen tratamiento en el futuro. Este receptor es un mecanismo común para los efectos adictivos de todas las drogas. Si lo bloqueamos, vamos a evitar el efecto reforzante de las drogas, que genera el proceso adictivo. Además, el interés del CB1 es que a pesar de que con determinadas drogas puede haber un refuerzo, con el bloqueo del receptor se pierde la motivación para buscar la droga. Este doble efecto beneficioso es el que nos hace pensar que se trata de una diana potencial con un gran interés terapéutico para el tratamiento de los procesos adictivos.
¿Cuál es el siguiente reto?
Identificar todos los circuitos que intervienen en el mecanismo de adicción de las personas y buscar los medicamentos adecuados que incidan sobre ellos. Así podremos obtener algún día una terapia racional.
PERFIL DEL INVESTIGADOR
Rafael Maldonado (Cádiz, 1961) es catedrático de Farmacología de la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona. El eje principal de sus investigaciones es el estudio de los mecanismos biológicos implicados en los fenómenos de dependencia a drogas y trastornos afectivos. Su línea de trabajo aborda los posibles aspectos físicos de estas dependencias, así como el componente motivacional que conduce al consumo abusivo de estas sustancias. Su grupo de investigación estudia cómo los sistemas opioide y cannabinoide participan en la fisiopatología de los trastornos afectivos.