La investigación de Miranda Lubbers analiza el papel que tienen las relaciones sociales en la exclusión y la segregación de las personas. Esta holandesa, que trabaja en Barcelona, ha obtenido una financiación europea de 2,5 millones de euros para su proyecto, cuyo objetivo es desarrollar una nueva metodología capaz de medir la cohesión social en cinco países europeos.
Miranda Lubbers (Emmen, Holanda, 1973) es investigadora en el departamento de Antropología Social y Cultural de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). El pasado mes de abril, el Consejo Europeo de Investigación (ERC por sus siglas en inglés) eligió su proyecto PATCHWORK, Un estudio de ciencia de redes sobre la cohesión social en las sociedades europeas, al que otorgó una financiación de 2,5 millones de euros a través de las ayudas Advanced Grant.
En esta convocatoria, el ERC se congratulaba por el aumento de la participación de mujeres, que lograron globalmente el 23 % de estas ayudas. Sin embargo, Lubbers fue la única que lideraba uno de los once proyectos que lograron financiación en España.
Esta doctora en Ciencias Sociales lleva trabajando en España desde hace quince años. Su investigación se centra en analizar el papel que tienen las relaciones y los entornos sociales en la exclusión y la segregación.
Lubbers estudia los procesos de integración de los inmigrantes y las dimensiones relacionales de la pobreza. Su método se basa en aplicar el análisis de redes personales para obtener una comprensión detallada de los procesos de integración, cohesión y exclusión.
He propuesto una nueva manera de medir la cohesión social basada en las redes personales. Hasta ahora, no se han estudiado bien las relaciones sociales que mantienen unida a una sociedad
¿Nos puedes explicar en qué consiste el proyecto para el que has logrado la financiación del ERC?
Se centra en el estudio de la cohesión social. La creciente desigualdad, diversidad y polarización que observamos en algunas sociedades pone en peligro esta cohesión que es tan importante para alcanzar los grandes retos sociales que tenemos por delante. ¿Qué sabemos de la cohesión social? Me resulta muy sorprendente que apenas se estudien las relaciones sociales que mantienen unida a una sociedad.
El concepto de cohesión es por defecto relacional. No obstante, se estudia como si fuera una propiedad de individuos, una actitud hacia la sociedad y hacia los otros ciudadanos, la confianza social. ¿Pero de dónde viene esa confianza? ¿En qué se basan nuestras percepciones como ciudadanos sobre la sociedad, sobre los diferentes colectivos que lo componen?
Y tu proyecto pretende responder a estas preguntas.
Durante mucho tiempo se ha asumido que las relaciones sociales —no solo las íntimas, sino también, y sobre todo, las más superficiales con conocidos— conectan a los individuos y les proporcionan un sentido de comunidad y solidaridad. Pero, en realidad, no tenemos ni idea de si hay fracturas en nuestro tejido social entre, por ejemplo, clases sociales u otros colectivos que reducen la comprensión del otro.
Es lógico también que haya poca investigación en esta área porque es un tema muy complejo: ‘conocemos’ a tanta gente, ¿cómo vamos a medirlo? Por eso, he propuesto una nueva manera de medir la cohesión social basada en las redes personales y de esto se trata el proyecto, de entender mejor este concepto acercándonos a él desde un nuevo enfoque.
Con la nueva teoría y metodología que vamos a desarrollar, mediremos la cohesión social en cinco países europeos: Alemania, Italia, Suecia, Reino Unido y Hungría —para España también tendremos datos—. Intentaremos entender qué facilita la cohesión y qué la dificulta
¿Por qué has elegido la palabra ‘PATCHWORK’ para denominar tu investigación?
La palabra significa edredón hecho de retazos y alude precisamente al tejido social en una sociedad diversa, donde se unen diversos colectivos sociales. Y aunque hay muchos hilos dentro de cada retazo (o colectivo), los hilos que unen a los diferentes retazos son fundamentales para mantener la unidad del edredón.
¿Cuál es el objetivo?
Desarrollaremos una nueva teoría y metodología basada en redes personales y con ello mediremos la cohesión social en cinco países europeos: Alemania, Italia, Suecia, Reino Unido y Hungría —para España también tendremos datos—. Podríamos analizar, por ejemplo, si la sociedad española es más segregada por clase social, origen u orientación política, que Italia o Alemania. Lo que intentaremos es entender qué facilita la cohesión y qué la dificulta, a todos los niveles, desde lo más micro de la relación hasta lo más macro de la sociedad.
¿Puedes explicar un poco más en detalle esta metodología?
El análisis de redes personales se suele hacer a base de entrevistas. Dependiendo del tema se ajustan las preguntas. Por ejemplo, en el tema de pobreza, preguntamos por las personas de las que el entrevistado o entrevistada ha recibido apoyo, a los que él o ella ha proporcionado ayuda y los que considera importantes. Una vez que tenemos una lista de personas, preguntamos por las características de cada una de estas relaciones y personas, por ejemplo, cómo de cercano te sientes a esa persona, qué tipo de relación tienes o cuál es su empleo. Con esto podemos hacernos una idea de la composición de la red.
Por último, preguntamos por las relaciones entre individuos, si se conocen o no se conocen. Y con ello, medimos la estructura la red. Los nombres después se quitan. En el proyecto del ERC, esta técnica se hibridiza con otra, puesto que está centrado en redes mucho más amplias, así que no podemos pedir información sobre cada relación.
¿Se hibridiza cómo?
El análisis de redes personales se suele usar para investigar a las relaciones más próximas de cada persona, entre 5 y 15 por persona entrevistada. Pero para estudiar la cohesión social, también son importantes las relaciones más superficiales, es decir, se incluyen las redes de todas las personas que conocemos: pueden ser 300, 500 o 1.000, varía mucho.
Es imposible preguntar a un entrevistado por todas estas personas, no acabaríamos nunca. Entonces, lo que planteo es hibrizar esta técnica con lo que se llama el Network Scale Up Method [utilizado por antropólogos, matemáticos y analistas de redes sociales para estimar el tamaño de poblaciones difíciles de contar].
Yo lo usaré para tomar muestras de estas grandes redes personales, tanto aleatorias como intencionales. Así que se hibridizan estas dos técnicas —análisis de redes personales y Network Scale-Up Method— de una manera que no se ha hecho antes. Estos datos se combinan con estadísticas que ya existen sobre la población para estimar la cohesión.
La financiación que te ha otorgado el ERC es de 2,5 millones en cinco años. ¿Cómo vas a emplear esta ayuda?
Una gran parte de esta se destinará a la contratación del equipo, que estará integrado por cinco investigadores al inicio de su carrera —doctorandos y postdocs—. Otra parte importante de esta financiación irá a la investigación. Realizaremos una encuesta europea en los cinco países que mencionaba, así como entrevistas en profundidad. Además, una parte se reserva para la transferencia de este conocimiento a la sociedad. Tras el proyecto, todos los datos se pondrán de acceso abierto para que otros investigadores e investigadoras los puedan utilizar.
Tu investigación se había enfocado hasta ahora en la cohesión social y en el papel de relaciones y los entornos sociales en la producción, mitigación o exacerbación de la exclusión y la segregación. ¿Qué función tiene estas relaciones y cuáles son las consecuencias?
Las relaciones son una fuente de apoyo emocional, de ayuda, son cruciales para nuestro bienestar, como ya hemos sentido en la pandemia. Pero tienen su lado oscuro: también producen acoso, control social, reproducen el estigma o la discriminación.
Cuando las personas están en situaciones de pobreza, a menudo dicen que el apoyo que reciben de familiares y amigos ha sido fundamental para su subsistencia. Pero sucede que estas personas en las que se apoyan también pueden tener un entorno con dificultades para llegar al fin de mes y quizás no les pueden ayudar. Además, en condiciones precarias es más fácil que las relaciones se erosionen. Así se exacerba la desigualdad. En cambio, las personas ricas, suelen tener más recursos sociales.
A menudo se oye que hay inmigrantes que no se ‘integran’ en la sociedad, que solo se relacionan entre sí. Si lo observamos desde una perspectiva relacional, vemos que estas personas hacen lo mismo que los grupos mejor integrados, pero desde una posición más precaria
También estudias la inclusión de los migrantes. ¿Qué nos dice el análisis de redes sobre esto?
Bueno, el análisis de las redes se centra sobre todo en las relaciones entre migrantes y no migrantes. Y en este sentido, por ejemplo, a menudo se oye que hay grupos de inmigrantes que no se ‘integran’ en la sociedad, que sólo se relacionan entre sí. Si lo observamos desde una perspectiva relacional, vemos que estos grupos se relacionan de la misma forma con la gente de su alrededor que los grupos mejor integrados, pero desde una posición más precaria.
Todos participan en contextos sociales donde intentan conocer a nuevas personas, como en el barrio y el trabajo y en grupos de amigos de amigos. Pero si tú estás bien situada, entonces tienes oportunidades de conocer a españoles en tu empleo o en tu barrio. Por el contrario, si trabajas en el mercado laboral ‘secundario’ y vives en un barrio empobrecido, tendrás menos ocasiones de conocer a españoles de una manera significativa. No es cuestión de ‘querer’ sino de la posición inicial en una sociedad con cierta estructura social.
En esta convocatoria de Advanced Grant ha habido un crecimiento en la participación y en la elección de proyectos de mujeres científicas. Sin embargo, en España, tú has sido única investigadora seleccionada. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
La pregunta para mí no es tanto qué ha pasado este año, sino en general, ¿por qué solo un 23 % de estos proyectos, que suponen una fuerte inversión en investigación, va a mujeres? Es cierto que la tasa de éxito es igual para hombres que para mujeres en esta convocatoria, pero ¿por qué no se presentan más mujeres? Obviamente, no sé la respuesta, pero intuyo que se debe a la fuerte inversión de tiempo libre que este tipo de solicitud requiere, y que, además, la convocatoria se cierra a finales de agosto, cuando los hijos en edades escolares ya llevan dos meses en casa.
En muchos casos, es imposible sacar ese tiempo. También ocurre que la mayoría de los investigadores que lo consiguen son catedráticos y el porcentaje de mujeres catedráticas sigue siendo bajo. Me parece preocupante, no solo en términos de igualdad, sino también de lo que se estudia. Incluso en la misma disciplina, los hombres y las mujeres eligen temas de investigación diferentes y tienen otras perspectivas de investigación y, por lo tanto, creo que es importante que los científicos y científicas seamos diversos.
¿Cuánto tiempo llevas en España? ¿Te gusta investigar aquí? ¿Por qué?
Ya llevo 15 años en España. Mi marido es español y mi hijo ha nacido aquí. Considero que este país es mi hogar. Me gusta mucho vivir aquí, me parece muy agradable y diverso. También hay mucha investigación interesante y puntera, a pesar de que durante años la inversión en ciencia ha sido muy limitada y se notan los efectos. Además, hay demasiada burocracia. Creo que nunca se ha estudiado cuánto cuesta, pero tiene un coste: todo el tiempo que el personal académico está rellenando papeles no puede investigar o impartir docencia.
En la pandemia se han deteriorado los lazos débiles, y esas pequeñas charlas con gente no tan próxima, que parecen carecer de importancia, forman también parte del cemento de la sociedad
¿Cómo te ha afectado la pandemia como científica? ¿Y cuál es tu percepción sobre este tema?
En el ámbito de las ciencias sociales ha parado muchas investigaciones empíricas, algo que también ha sucedido en mi caso debido a la imposibilidad de hacer entrevistas y trabajo etnográfico. Esto ha generado mucha ansiedad sobre todo entre los y las doctorandos que tienen un tiempo limitado para escribir su tesis y que a veces financian su doctorado con sus propios recursos.
Obviamente, para los científicos sociales la pandemia también conlleva nuevas investigaciones, ya que nos ha trastornado bastante la vida a todo el mundo. Las redes sociales personales han sido muy importantes durante este duro periodo.
Ha sido curioso ver que las relaciones fuertes —los amigos y los familiares— quizás no se han resentido tanto (aunque también), como los lazos débiles: los conocidos que tenemos. Sin embargo, esas pequeñas charlas con gente no tan próxima, que parecen carecer de importancia, forman también parte del cemento de la sociedad.