Desde hace varios años, una de sus líneas de investigación ha sido el uso de aparatos para sustituir la función del corazón de una forma temporal. El 5 de junio de 2007, Eduard Castells, responsable del Servicio de Cirugía Cardíaca del Hospital Universitario de Bellvitge (Barcelona), implantó el primer corazón artificial de España a una mujer de 43 años que no podía someterse a un trasplante. SINC habla con uno de los mayores expertos en cirugía cardiovascular sobre los últimos avances en su campo de la medicina.
¿Cuáles son las cifras de la cirugía cardiovascular?
Todos los días se realizan miles de intervenciones cardíacas. La insuficiencia cardíaca es la causa principal de mortalidad en este tipo de patologías. En la actualidad, existen novedosos dispositivos que son más sencillos, más pequeños y funcionan mucho mejor. Nosotros empleamos más de 300 válvulas al año. En España debe estar alrededor de las 12.000, mientras que en EE UU se habla de 60.000 al año.
¿Cómo son los aparatos empleados en este tipo de cirugía?
Existen aparatos electrónicos que se pueden aplicar en cirugía cardiovascular, como los ‘stents’, utilizados en más de 50.000 casos por año en España. Prácticamente en todas las operaciones estamos utilizando diferentes aparatos artificiales de carácter temporal o permanente. En nuestro caso sustituimos válvulas enfermas por válvulas artificiales, para aislar el corazón y luego sustituir su función. Estas válvulas se están empezando a poner de una manera percutánea en los pacientes en los que la cirugía es de muy alto riesgo.
¿Son seguras?
Hay pacientes que llevan válvulas desde hace 30 años. Antes había problemas con los materiales, ya que se alteraban y funcionaban mal, pero se han ido perfeccionando. Las válvulas que tienen algún componente natural, lo que se llama bioprótesis, ahora duran también entre 20 y 30 años. El máximo problema sigue siendo que, como se trata de un cuerpo extraño, favorece la coagulación y necesita un tratamiento específico, ya que puede dar lugar a embolias.
¿Qué tiene de especial el corazón para ser sustituido?
La ventaja básicamente es que se trata de un órgano mecánico. Yo creo que es el órgano más fácil de sustituir por aparatos o diseños artificiales. Cuanto más simple es el diseño, más eficaz y mejor es el resultado. Ése es el reto del corazón artificial. Inicialmente se diseñaban corazones artificiales como una copia de los naturales, pero en los últimos años se han desarrollado dispositivos mecánicos y eléctricos más simples que permiten bombear la sangre sin necesidad de válvulas. El error es intentar copiar un corazón artificial como humano y no ir hacia tecnologías más simples.
¿Cuáles son los principales beneficios de este tipo de cirugía?
Antes un paciente con una valvulopatía determinada (enfermedad que afecta a las válvulas cardiacas) moría en cuestión de años. Ahora, los pacientes pueden sobrevivir mucho más tiempo, y con una calidad de vida mucho mejor. Lo mismo ocurre en las personas enfermas a las que se les pone un marcapasos o un desfibrilador, que aunque son pacientes que pueden tener ciertos problemas, llevan una vida normal que se ve prolongada.
¿El corazón artificial es una alternativa al trasplante?
Los aparatos artificiales de asistencia ventricular se usan más en Europa, sobre todo en Alemania. Pero contribuye a ello que España es líder en donaciones de órganos, lo que hace que muchas veces se use más el trasplante y no haya necesidad de llegar a un órgano artificial. Aún así, las donaciones son limitadas. El transplante cardíaco en España se acepta hasta los 65-70 años. Sin embargo, yo el otro día operé a una señora de 86 años. La implantación de uno de estos dispositivos no es que requiera una cirugía menos traumática ni más agresiva que un transplante, el problema es la inmunosupresión y la falta de donantes. La única posibilidad para las personas de mayor edad es un órgano artificial, que tiene la ventaja de que se puede reproducir.
Aunque exista el problema de los costes…
El coste es uno de los obstáculos para la extensión de los dispositivos cardíacos artificiales. Los fabricantes hacen muy pocos aparatos y los costes son muy grandes. Probablemente, cuando este tipo de cirugía se aplique con mayor frecuencia, lo lógico es que el coste disminuya. El problema es que los pacientes que nosotros tratamos tienen una edad avanzada. Por hablar de cifras, un marcapasos algo complejo puede costar alrededor de 3.000 euros y un aparato de asistencia ventricular temporal unos 10.000 euros. En cambio, si nos vamos a la bomba a largo plazo que nosotros implantamos, que puede ser incluso permanente, su coste oscila entre los 70.000 euros. Y en el caso de las bombas que poseen partes externas reciclables, el precio se puede acercar a los 100.000 euros.
¿Cómo se justifica un gasto así en un hospital público?
Normalmente el Sistema Nacional de Salud lo va aceptando, aunque a veces cuesta más de lo que a nosotros nos gustaría. En un hospital público, no existe una negativa absoluta si se justifica el procedimiento. Hay un presupuesto específico para este tipo de aparatos, aunque es evidente que el coste siempre es uno de los límites de la tecnología.