Investigador y profesor en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, donde dirige un grupo de investigación que estudia la genética de la longevidad en el gusano Caenorhabditis elegans.
Manuel Muñoz, biólogo molecular, es investigador y profesor en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, donde dirige un grupo de investigación que estudia la genética de la longevidad en el gusano Caenorhabditis elegans. Su interés por la biología molecular del envejecimiento le llevó hasta la Universidad de Missouri en Columbia, en Estados Unidos, donde trabajó bajo la supervisión de un discípulo del premio nobel Sydney Brenner. Ahora, de vuelta en España, compagina la docencia con el trabajo de laboratorio, en busca de datos que aclaren cómo se regula genéticamente el proceso de envejecimiento.
¿Por qué considera importante la investigación sobre el envejecimiento?
La investigación por sí misma, la generación de conocimiento, es importante siempre, en cualquier área, y, desde mi punto de vista, es especialmente intrigante conocer los procesos básicos de la vida, entre los que se encuentra el envejecimiento.
El envejecimiento es un proceso biológico del cual el hombre tiene consciencia desde posiblemente el propio origen de la humanidad pero que, de forma paradójica, no se ha comenzado a estudiar a nivel molecular hasta muy recientemente y, por lo tanto, todavía se conoce poco. Desentrañar los mecanismos moleculares de este proceso, que nos afecta a todos, es uno de los grandes retos que tiene la biología moderna.
Aunque la primera motivación es el conocimiento básico del proceso, no cabe duda de que ésta es un área que presenta un gran potencial desde el punto de vista aplicado. En nuestra sociedad desarrollada tenemos una amplia población de personas mayores, las cuales tienen, en muchos casos, una mermada calidad de vida. Conocer los procesos por los que se llega a esta situación nos podría permitir realizar intervenciones para tener una vejez más saludable.
El animal que utiliza como modelo en sus investigaciones es Caenorhabditis elegans, un minúsculo nematodo o gusano plano. ¿Por qué utilizar precisamente este organismo?
El envejecimiento es un proceso universal: nos afecta a todos los humanos, pero también a prácticamente la totalidad de los seres vivos. El nematodo Caenorhabditis elegans es un organismo que se utiliza mucho en los laboratorios para estudiar distintos aspectos de la biología, y sobre el cual se han diseñado numerosas herramientas para poder realizar investigación. Esto es una gran ventaja, por la cantidad y diversidad de técnicas que se han desarrollado. Pero, realmente, la mayor de las ventajas para estudiar este proceso en Caenorhabditis elegans es que envejece y muere de viejo en tan sólo dos semanas, por lo que podemos observar los efectos que tengan nuestras intervenciones sobre el envejecimiento de una forma rápida, sin necesidad de esperar años, como nos ocurriría si utilizáramos roedores (que, por ser mamíferos, son más cercanos al hombre).
¿En qué se centra, más concretamente, el trabajo de su grupo?
Nuestro grupo está interesado en la regulación genética de la longevidad o, dicho de otra manera, qué genes son los encargados de decidir cuánto debemos vivir, y cómo estos genes se regulan. Para ello utilizamos el nematodo Caenorhabditis elegans y trabajamos principalmente con una ruta de señalización similar a la de la hormona IGF. Esta ruta se sabe que regula la longevidad de diferentes especies: nematodos, moscas, y también mamíferos, por lo que es una ruta conservada en todas estas especies para regular el mismo problema. Este hecho hace que muchos de los resultados que se obtengan en Caenorhabditis elegans sean aplicables a otras especies, incluyendo los humanos.
Para entender bien esta regulación genética, hemos generado cepas (esto es, conjuntos de gusanos clónicos) a las cuales le falta alguna proteína relacionada con esta ruta. Con esta colección de cepas hemos estudiado cómo está afectado en el proceso de envejecimiento, observando que algunas de ellas viven menos que una no modificada; otras, en cambio, viven más, llegando a ser hasta el doble de longevas que las cepas iniciales.
¿Alguna novedad interesante que pueda compartir?
En un experimento que realizamos hace algún tiempo observamos que, en una población heterogénea de nematodos, aquellos que soportan mejor el calor eran, precisamente, los más longevos, indicando que las mismas proteínas que nos protegen del estrés térmico son las que nos protegen del paso del tiempo, y que los daños celulares que se generan durante el envejecimiento deben de ser, al menos en parte, similares a los daños que se generan bajo estrés térmico.
Conocer cómo funciona el envejecimiento es un objetivo en sí mismo, pero ¿cree que estos trabajos pueden tener también una repercusión en la biomedicina?
Como decía al principio, la principal motivación es el conocimiento de este proceso, que nos afecta a todos; sin embargo, es obvio que ese conocimiento puede llevar a aplicación. Pienso que una de ellas será el aumento de la calidad de vida en esa etapa.
Existe también la posibilidad de incrementar no sólo la calidad de vida, sino la cantidad. En una multitud de organismos se ha conseguido incrementar la longevidad, bien por modificaciones genéticas o bien mediante la administración de fármacos; por lo tanto, no es difícil imaginar que, si estas intervenciones incrementan longevidad en otros seres vivos, también lo puedan hacer en humanos. La posibilidad de retrasar o hacer desaparecer el envejecimiento será una de las grandes repercusiones que se derivarán de los trabajos de investigación sobre este tema.