Después de tres años en la Universidad de Bath (Reino Unido), el doctor en Química Daniel García Vivó ha regresado a la Universidad de Oviedo para contribuir al despegue de una de las grandes promesas energéticas del futuro: el hidrógeno. Mientras otros investigadores se han especializado en mejorar los procesos de generación, su trabajo se centra en desarrollar formas para almacenarlo de forma segura.
¿Por qué es tan atractivo el hidrógeno?
Teniendo en cuenta que en su combustión sólo genera agua, posiblemente es el combustible ideal, por lo que se espera que en un futuro pueda reemplazar a los combustibles fósiles como la gasolina. Pero actualmente su empleo como fuente de energía para automoción está limitado por la dificultad para almacenarlo de forma segura y en cantidad suficiente. En este sentido, el objetivo del proyecto es contribuir a mejorar las nuevas tecnologías de almacenamiento químico de hidrógeno.
¿Cómo se aborda un problema así?
Nuestra aproximación al problema es el uso de compuestos metálicos altamente reactivos que puedan ayudar a desencadenar la producción de hidrógeno usando derivados del amoniaco. Buscamos entender y mejorar los métodos actuales de producción de hidrógeno gas a partir de moléculas sencillas con alto contenido en hidrógeno, aunque nuestra investigación es de carácter básico y ya se sabe que en la investigación básica las aplicaciones no son inmediatas.
¿Y qué tipo de 'recipientes' permiten el almacenamiento químico del hidrógeno?
Estamos estudiando el aducto o combinación del amoniaco (NH3) con el borano (BH3), que es una molécula con un elevado contenido en hidrógeno, y de la que es mucho más fácil extraer el hidrógeno (deshidrogenarla) que del propio amoniaco. Además de esta molécula, que es la ideal, también estudiamos otros derivados, que aunque son menos interesantes de cara al almacenamiento de hidrógeno nos permiten detectar, aislar o caracterizar compuestos que pudieran ser intermedios de la deshidrogenación de NH3-BH3.
Hay quien señala que la obtención de hidrógeno supone consumir más energía de la que se recupera con su combustión…
El hidrógeno en la actualidad se produce bien a partir de carbón, de gas natural o por electrólisis del agua. Por eso en la actualidad está lejos de ser una fuente de energía renovable y barata. Sin embargo, se espera que en el futuro se pueda obtener de forma eficiente por electrólisis del agua, empleando la luz del sol como fuente de energía para llevar a cabo la descomposición del agua en hidrógeno y oxígeno, de tal modo que entonces sí será una fuente renovable, limpia y barata. Sin embargo, aun cuando tuviéramos acceso a cantidades ilimitadas de hidrógeno, el problema del almacenamiento sigue estando ahí. Por eso se buscan alternativas para lograr su almacenamiento estable, seguro y reversible, y de aquí viene el interés en estudiar moléculas que pueden servir de almacén temporal de hidrógeno, como el NH3-BH3.
¿Cómo podrá ser útil a la sociedad esta línea de trabajo?
A largo plazo, este trabajo podría ayudar a implementar el uso de los compuestos de amoniaco que he comentado como fuente de energía limpia para la automoción u otras aplicaciones que requieran el uso de hidrógeno.
¿Qué destacaría de la formación como investigador que obtuvo durante el doctorado?
Lo llevé a cabo en el departamento de Química Orgánica e Inorgánica de la Universidad de Oviedo, en el mismo grupo en el que me encuentro ahora. A nivel profesional, destacaría el aprendizaje de numerosas técnicas experimentales, así como la mejora en las capacidades de análisis crítico y presentación de los resultados del trabajo científico. Y, a nivel personal, sin duda destacaría a la magnífica relación con los compañeros de trabajo y con los directores de tesis.
¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta ahora?
Comparando las condiciones de trabajo entre España y el Reino Unido, señalaría la escasez de medios y fondos para la investigación que sufren los centros en España, y que en ocasiones dificulta el desarrollo del trabajo. De hecho, otro de los mayores problemas para los investigadores jóvenes son las grandes dificultades que encontramos para dar el salto de una etapa postdoctoral al desarrollo de una carrera estable e independiente, y que de nuevo se deben a la escasez de fondos destinados a investigación en España.
¿Y lo más agradecido de su trabajo?
Una de las partes más atractivas es poder trabajar en algo que te permite conocer a diferentes personas y grupos de investigación. Y también resulta muy gratificante poder ayudar en la formación de nuevos investigadores, planteando problemas de interés científico, sobre todo cuando además consigues obtener resultados de investigación novedosos y de relevancia para la comunidad científica internacional.
De Oviedo a Bath, un viaje de ida y vuelta
Daniel García Vivó nació el 3 de octubre de 1980. Tras haberse doctorado en 2002 en el grupo de investigación de Compuestos Organometálicos de Alta Reactividad de la Universidad de Oviedo, trabajó durante tres años y medio en el grupo del Profesor Matthew G. Davidson en la Universidad de Bath (Reino Unido), quien actualmente dirige un centro de doctorado en tecnologías químicas sostenibles. En Bath, el doctor García Vivó trabajó en un proyecto de investigación orientado a obtener nuevos materiales plásticos biodegradables partiendo de materias primas renovables no derivadas del petróleo. Una ayuda Clarín del Plan de Ciencia Tecnología e Innovación (PCTI) recién finalizada le ha permitido reincorporarse a la Universidad de Oviedo para continuar su trabajo en el grupo de Compuestos Organometálicos de Alta Reactividad que lidera el catedrático Miguel Ángel Ruíz Álvarez.
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