El proceso eruptivo de La Palma parece que ha llegado a su fin. Los científicos acordaron en diez días el tiempo para declararlo apagado y ya ha transcurrido una semana desde que el volcán está inactivo. Sin embargo, como advierte Inés Galindo Jiménez, del Instituto Geológico y Minero de España en la isla, el trabajo de seguimiento continúa.
Inés Galindo Jiménez, jefa de la Unidad Territorial del IGME en Canarias, es experta en riesgos geológicos y ha trabajado en La Palma desde los comienzos de la erupción el pasado 19 de septiembre. Más de noventa días después, la cuenta atrás para declararlo inactivo ha comenzado.
¿Qué es lo que se mide para saber qué está apagado?
Que no haya deformación, que disminuya sobre todo el tremor volcánico: la sismicidad asociada a la salida del magma por el conducto y, por supuesto, que no hay visualmente emisión.
¿Seguirá habiendo terremotos después?
Este tipo de sismicidad puede seguir dándose porque al haber salido magma y quedar huecos vacíos en la corteza, eso se tiene que reajustar de alguna manera y se producen fracturas para este reajuste. Además, el propio magma ocupa menos volumen y se va enfriando. Esto hace que se generen dichas fracturas.
¿Por qué se han establecido diez días para considerar apagado el volcán?
Es un criterio que decidimos adoptar en el comité científico, pero no hay una fecha estimada en función de casos anteriores porque no ha existido una casuística previa que se haya estudiado de esta manera.
¿Podría reactivarse?
En erupciones previas ha habido reactivaciones de la actividad. Sin embargo, normalmente esto ocurre en otras zonas. Entre una erupción y otra pueden pasar días, incluso meses o años. En principio, por eso se ha decidido tomar diez días para este proceso que empezó el día 19. Si no registramos nada en esa franja, la erupción de esta fisura eruptiva se daría por terminada.
¿Se va a seguir vigilando?
Se dan estos días de margen, pero siempre se va a mantener la observación durante más tiempo. En caso de que se produzca alguna reactivación de algún tipo o se vea alguna anomalía, comenzarían a hacerse otra vez estudios más de detalle. Con la red actual que hay de seguimiento sería fácil de observar. Aunque pare el volcán, la vigilancia se mantiene.
Cuando cese su actividad, ¿qué tipo de trabajos comienzan?
Una cantidad de trabajo terrible, de investigación sobre todo en nuestro caso. En el de protección civil y emergencias, se inicia toda la parte de recuperación. Para el IIGME es muy importante el estudio del enfriamiento de las coladas lávicas y la inestabilidad, porque con la formación de los tubos volcánicos, hay zonas pueden tener una cubierta fina que pueden colapsar. Además, hay que controlar los gases y toda la parte de uso del suelo, que también se tendrá que estudiar desde las administraciones, mediante grupos interdisciplinares e ir evaluando qué intervenciones se pueden hacer y en qué lugares: las carreteras, las viviendas, las zonas de cultivo y lo que hay que proteger por el interés científico y paisajístico que pueda tener.
Hay que controlar los gases y toda la parte de uso del suelo, que también se tendrá que estudiar desde las administraciones, e ir evaluando qué intervenciones se pueden hacer y en qué lugares
¿Cuántas personas del equipo científico y de emergencias continúan en la zona?
Todavía hay mucha gente. Del IGME solo, hay ya seis personas. Continúan los diferentes grupos de investigación y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Protección Civil o voluntarios. También trabaja la gente de acompañamiento, para que las personas puedan ir volviendo a sus casas. Hay todavía mucho trabajo por hacer y se debe tener prudencia y no precipitarse.