Vicente Baos Vicente (Madrid, 1958) es una de las caras más conocidas en los programas que tratan de desenmascarar la homeopatía. Para Baos, que ejerce la medicina de familia en Madrid, “la intuición, la sensación y la creencia son el caldo donde se alimenta el pensamiento mágico. Ese es el terreno abonado para las pseudoterapias”. Según él, lo mejor para combatirlas es el desprestigio social.
‘Lo similar cura lo similar’ y ‘la dilución incrementa la potencia’ son dos de las principales doctrinas de la homeopatía, pseudoterapia que se fundamenta en la administración de cantidades infinitesimales de sustancias que, si se aplicaran en grandes proporciones a un individuo sano, producirían los mismos síntomas que se pretenden combatir. Se supone que estos productos son más efectivos cuanto más diluidos están.
La forma más habitual de preparación de una dilución homeopática es mezclar 1 mililitro de la sustancia original con 99 mililitros de agua. De esa dilución de 1 CH (Centesimal de Hahnemann), se coge de nuevo 1 ml y se repite la operación; así se consigue una dilución de 2 CH. Cuando este proceso se ha reiterado 10 o 12 veces, no se cuenta con ninguna molécula del principio activo. Son normales los medicamentos homeopáticos con diluciones de 30 CH.
Vicente Baos lleva años utilizando el método científico para luchar contra esta pseudomedicina. Como miembro de la red de expertos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) y la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), es un firme detractor de la homeopatía.
¿Hay alguna prueba de que la medicina homeopática funcione?
Los estudios que publican –en revistas del ámbito homeopático que ellos mismos financian y editan– son, en general, de nula relevancia. Crean un montaje absolutamente caótico de física avanzada con fantasías. Su teoría es que, dado que las ultradiluciones van más allá del número de Avogadro y no hay molécula para dar una justificación a la memoria del agua, algo hay que actúa aunque no sepan ni definirlo bien. Incluso existe una revista editada por ellos que se llama International Journal of High Dilution Research. Por supuesto, ninguna revista de prestigio científico publica nada que justifique que la homeopatía tiene algún mecanismo de acción.
¿Todos esos estudios de los que hablan tienen alguna consistencia?
En primer lugar, no poseen ninguna implicación clínica, y además habría que cuestionarlos metodológicamente. Los 1.500 trabajillos de los que siempre hablan no tienen ninguna evaluación fuera de su propio ámbito. Ellos se citan a sí mismos y se alimentan de sus propias investigaciones. Fuera de ellas todo el mundo que las conoce sabe que no valen para nada.
Entonces, ¿por qué tanta gente cree en la homeopatía?
Esa es la gran pregunta, pero podría ser la misma para la religión, ¿por qué tanta gente cree en ella? El ámbito de las creencias y de los mecanismos que justifican efectos en las personas es un interesantísimo mundo fuera del ámbito científico donde se mezcla la neurociencia y el efecto placebo. Esto lo saben los que practican terapias alternativas, lo aprovechan y de eso se alimenta el efecto social. No obstante, el método científico no encuentra nada en la homeopatía; eso se puede afirmar con toda rotundidad.
¿Puede ser un problema de educación?
Educación no es. Incluso creo que la gente con menos educación formal es más cauta y menos creyente. A veces se da un fenómeno contrario: a mayor nivel de formación, más crédulos son en esto. De hecho, gente muy preparada cree en la homeopatía. ¿Falta cultura científica? Mucha. ¿Esto solo se arregla dando más cultura científica? No. Alrededor de la intuición, la sensación, la creencia es donde se alimenta el pensamiento mágico, muy presente a lo largo de la historia de la humanidad. Ese es el terreno abonado para las pseudoterapias, el pensamiento de que ‘yo creo en ello y a mí además me va bien’.
¿Cómo podemos luchar contra esta epidemia?
El desprestigio social es lo que funciona. Convencer a un homeópata de que lo suyo no es nada resulta imposible porque es una creencia arraigada y la gente tiende a evitar las disonancias cognitivas, es decir, a rechazar lo que va en contra de sus creencias más profundas. Un ejemplo serían las famosas pulseritas Power Balance, la gente que las usaba empezó a no hacerlo cuando se creó la sensación de que era un poco ridículo. La inmensa mayoría de la gente lo abandonó, independientemente de si antes creía que hacía algo o no. Pero si el pensamiento social es crítico, algo se abandona y se olvida. Aunque habrá otra cosa que salga, eso es inevitable.
Los que criticamos la homeopatía pensamos que hasta ahora ha habido un pensamiento social permisivo, con la idea de que si no hacía daño, daba igual. Creemos que eso es abrir la puerta al pensamiento mágico en la salud y puede provocar que mucha gente abandone terapias formales por estas supercherías. Nos parece muy peligroso, la sociedad debe tener muy claro lo que puede esperar de la ciencia y sobre lo que la ciencia no tiene respuesta.
Los productos homeopáticos son alegales. / Fotolia
¿Hace falta alguna formación específica para prescribir homeopatía?
No está regulado. Si un médico homeópata te lo recomienda, vas a la farmacia y lo compras. De la misma manera, si vas a una farmacia y dices que quieres un producto homeopático, te lo dan. Incluso podrían recomendártelo. Su venta no tiene ninguna restricción, son productos alegales. Se rigen por una regulación del año 94 que permitía su venta y consumo, pero no poseen una regulación según su análisis. Así empezó nuestra queja, porque la regulación que los igualaba a los medicamentos formales indicaba que solo tenían que demostrar su calidad, no su eficacia ni para qué enfermedades están indicados. Eso requiere un ensayo clínico y ellos no lo quieren. Con lo cual se les llama medicamentos y no lo son.
¿Cómo puede tener una regulación algo que no cumple ninguno de los criterios que se le pide a un medicamento?
Llámenlos productos, sustancias, lo que quieran, pero nunca medicamentos. El problema es que eso viene en la Ley general del medicamento y en la Regulación europea, que lo incluyó como un tipo de ‘medicamentos’ especiales. La denuncia no va en contra de España, sino que realmente es uno de los absurdos más grandes que hay en la regulación europea de productos para la salud, ya que no debería incluir algo que no es nada. La culpa la tienen evidentemente los lobbies que lo autorizaron en su tiempo, que fundamentalmente provenían de Alemania y Francia. En España su consumo es legal, pero no han pasado por el filtro que obliga la ley a través de la Agencia Española del Medicamento, que regula, analiza y registra esos tipos de productos.
¿Se sabe cuánto factura al año la industria homeopática?
Siempre salen las cifras de Boiron, que es la empresa sobre la que más se habla, pero no es la única, ni mucho menos. Parece que su facturación en España es de 25 millones de euros. Piensa que es una facturación de mínimo gasto, su producción es muy barata, azúcar y agua. Son todo ganancias…
La semana pasada Boiron ofreció una rueda de prensa que pretendía dar cuenta del ataque que, según ellos, está sufriendo la homeopatía. ¿Cree que empiezan a temer que cale su falta de evidencia?
Exponiéndose públicamente muestran sus debilidades, así que esperamos que sigan así. Se vio el ridículo que hicieron en cuanto hubo preguntas un poco comprometidas. Realmente me imagino que sí están nerviosos, porque antes vivían en un anonimato muy confortable. Nadie hablaba de esto y se iba vendiendo. Pero como afirma Edzard Ernst, experto en la evaluación crítica de todos los aspectos de la medicina alternativa, “no es una guerra contra la homeopatía, es una lucha contra la desinformación pública”. Nosotros no estamos en contra ni queremos que se prohíba, pero sí que la gente conozca bien qué es y actúe en consecuencia y con responsabilidad.
¿No existe nada más allá del efecto placebo?
Hay que tener en cuenta que el efecto placebo es algo tremendamente complejo de estudiar porque induce modificaciones en la propia biología. Además, por cuestiones éticas, el placebo está prohibido en medicina. Por eso no existe ningún preparado en la farmacia que se llame ‘placebato’ y que yo pueda prescribir para propiciar tal efecto. La diferencia es que una sustancia que afirma una supuesta curación debe tener un mecanismo de acción, si no, es magia potagia.
Es como si hablamos de la empatía como mecanismo terapéutico, que claro que existe. Un paciente se siente mejor si es atendido por un médico que es amable y comprensivo que si es atendido por un borde. En las relaciones terapéuticas la empatía es una pieza clave. Pero otra cosa es engañar a un paciente con una pastilla de agua y azúcar. Es mentira que los médicos homeópatas sean más humanistas. Ellos cobran dinero y viven de ello, por lo que van a defenderlo a capa y espada.
En relación con su argumento sobre la memoria del agua, ¿no tiene suficiente memoria como que para cualquier gota de cualquier grifo no pudiera considerarse homeopática?
La historia de la memoria del agua se encuentra en el principio de los tiempos homeopáticos, con Samuel Hahnemann. El tema es que, en el siglo XX, científicos quisieron demostrarla, como el famoso Jacques Benveniste, que fue el que hizo más pruebas. Pruebas que fueron desmontadas todas en el momento en que otros físicos hicieron un análisis de sus estudios. Más recientemente, científicos muy prestigiados como Luc Montaigner, uno de los codescubridores del virus del sida, ha seguido investigando en este tema, con nulos resultados, aunque lo paseen de un sitio a otro como el nuevo mesías de la homeopatía.
La memoria del agua es un concepto que no tiene ninguna base y cualquier físico o químico bien formado lo desecha inmediatamente. Hablar de una dilución de 30CH es hablar casi de la probabilidad de encontrar una molécula en toda el agua contenida en el planeta tierra. Es decir, absolutamente absurdo.
¿Cómo valora el tratamiento que los medios hacen de la homeopatía?
Lamentablemente, durante años muchas revistas llamadas femeninas han dado pie a la medicina natural, a la homeopatía y a todas estas tonterías. De ahí su popularidad. Afortunadamente cada vez hay más información científica de calidad y poco a poco se va difundiendo a través de los medios generalistas. Aunque lamentablemente todavía existe ese modelo de equidistancia periodística (a favor y en contra) y, como cada uno repite sus argumentos, no se llega a ninguna conclusión. Creo que hay cosas en las que la sociedad y los divulgadores se tienen que mojar. Hay temas que ya nadie cuestiona, por ejemplo, no verás en los medios a nadie que apoye la violencia de género. Pues en ciencia realmente existen barbaridades y parece que todavía hay que dar voz a la gente que las promueve. Pero se va avanzando…