La imagen que tenemos de los dinosaurios se ha obtenido, sobre todo, de sus huesos fosilizados. Pero al morir, su materia orgánica se pudrió, lo que pudo distorsionar su forma original. Para completar su aspecto, algunos paleontólogos experimentan con cadáveres de animales para reconstruir el macabro proceso de la descomposición.
Saltamontes que saltan a charcas para ahogarse, peces que bailan con la intención de ser cazados, ratas atraídas por la orina de gato... La neuroparasitología estudia qué mecanismos utiliza un parásito para dominar los circuitos cerebrales de su víctima y transformar su comportamiento en un guion de zombis digno de George Andrew Romero. Como en la película del cineasta La noche de los muertos vivientes, puede que ni los humanos sean inmunes.
Hoy se estrena Los últimos días, donde Quim Gutiérrez y José Coronado intentarán sobrevivir en Barcelona a una misteriosa pandemia que causa agorafobia. La película se suma al club de las historias apocalípticas en las que virus, humanos o extraterrestres amenazan la supervivencia de la humanidad. Estas fantasías se enfrentan a un reto: mantener la emoción y, a la vez, el rigor científico que las haga creíbles.