Uno de los enigmas de la medicina es la paradoja francesa. ¿Por qué los galos, a pesar de comer más grasas poco saludables, tienen uno de los menores riesgos cardiovasculares del mundo? La solución parece estar en el consumo moderado y frecuente de vino, pero hay quien duda de ello y alerta de los peligros del alcohol. Mientras, los laboratorios intentan reproducir sus efectos con pastillas basadas en uno de sus componentes: el resveratrol.
Científicos de la Universidad de Granada confirman el efecto antioxidante de los polifenoles del vino tinto, que poseen, además, propiedades protectoras contra la ateroesclerosis. Para ello, han administrado epicatequina, un flavanol presente en el vino tinto, el té verde y el chocolate negro, a ratas a las que se les provocó hipertensión.