Los suelos actúan de sumidero del CO2 que se emite a la atmósfera por la quema de combustibles fósiles, pero aún es difícil determinar la cantidad de carbono que se almacena en la superficie terrestre. Un nuevo estudio, que cuenta con la participación de la Universidad Rey Juan Carlos, revela que el almacenaje de carbono actual podría estar influenciado en mayor medida por el clima del pasado que por el clima actual.
Los bosques y los océanos, sumideros naturales de carbono, ya no dan abasto; y la dependencia de los combustibles fósiles obliga a buscar soluciones para capturar el dióxido de carbono atmosférico. En la mayor central geotérmica islandesa, un equipo internacional de científicos ha logrado solidificar este gas de efecto invernadero en menos de dos años inyectándolo en rocas volcánicas de basalto.
Hasta ahora, los modelos de predicción del clima y la vegetación asumían que, tras una sequía, el crecimiento de los bosques se recuperaba rápidamente. Pero un nuevo estudio, con participación española, demuestra que los árboles tardan entre dos y cuatro años en recuperar la tasa de crecimiento anterior a la sequía, que también provoca una disminución en su capacidad para almacenar carbono.
Un equipo internacional de científicos, con participación española, ha evaluado la eficacia de la replantación de praderas submarinas de posidonia en la laguna costera de Oyster Harbour, al sur de Australia occidental. Según el estudio, que se publica en Journal of Ecology, al recuperar la posidonia se evita que se erosionen estos depósitos de carbono orgánico y que se reduzcan las zonas de captura de CO2.
Investigadores suecos han analizado el efecto de la temperatura en el almacenamiento del carbono orgánico de los lagos boreales suecos y concluyen que el calentamiento global conllevará a una mayor mineralización y a una menor absorción del carbono orgánico en los lagos. El estudio, que se publica en el último número de la revista Nature, demuestra que para 2100 el almacenamiento de carbono orgánico descenderá una media anual de entre el 4 y el 27% si las temperaturas siguen aumentando.
La estrella de mar (Asteroidea) pertenece a la especie de los equinodermos.