El cambio climático y la actividad agraria están aumentando la salinidad en los sistemas acuáticos del Mediterráneo. Un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas indica que los insectos acuáticos de Doñana, que tienen un papel regulador del ecosistema, muestran menos tolerancia a la salinidad y experimentan tasas más bajas de supervivencia y fecundidad.
Ante circunstancias extremas de falta o exceso de agua, temperatura o sal, las plantas tienen la capacidad de adaptarse. Sin embargo, esta respuesta podría verse afectada si en un mismo cultivo se combinan fertilizantes químicos y biofertilizantes. El nuevo estudio, con participación de la Universidad de Salamanca, demuestra que plantas de tomate criadas en invernadero y sometidas a un estrés salino reaccionan bien, salvo cuando son tratadas con esa doble fertilización.
Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid han desarrollado una metodología para identificar tierras salinas marginales en las que se puede cultivar caña de azúcar, cuya biomasa se puede destinar a la producción energética. En España estas tierras podrían producir una biomasa vegetal equivalente a la electricidad que consumen al año un millón de habitantes.
Investigadores del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía de Cádiz han analizado, por primera vez, el comportamiento genético de la dorada cuando se somete a situaciones de estrés causadas por las variaciones extremas de salinidad. Según los expertos, el estudio abre la puerta a la selección de líneas de peces que se adapten mejor a estos cambios y mejoren el cultivo de la especie.
Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid han demostrado que reemplazar el barbecho tradicional por cultivos cubierta –cultivos secundarios que no pretenden aumentar la producción– reduce la contaminación por nitratos sin incrementar la salinidad ni reducir el rendimiento.
Una investigación del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) evidencia los riesgos que representan los vertederos de residuos sólidos urbanos para la biodiversidad de los ecosistemas de su entorno por su elevado nivel de elementos contaminantes al examinar 15 antiguos vertederos de la Comunidad de Madrid sellados hace 20 años.
La temperatura del agua situada en el Atlántico subtropical experimentó un descenso de 0,15ºC entre 1998 y 2006. Así lo revela un estudio liderado por el Instituto Español de Oceanografía (IEO) que sugiere que la circulación causada por el viento podría ser responsable de este “inusual” comportamiento.
Científicos españoles han analizado datos de temperatura y salinidad del Mar Mediterráneo occidental entre 1943 y 2000 para estudiar la evolución de cada variable. Su investigación demuestra que, al menos desde los años ’40, el agua profunda se calienta de forma progresiva y se hace más salina, y que desde los años ’90 el proceso se ha acelerado.