La pobreza está vinculada a una peor salud, mayor índice de delitos y altos niveles de embarazos en adolescentes. El trabajo de Richard Wilkinson y Kate Pickett, que se sustenta en datos estadísticos, ha demostrado que una sociedad desigual es peor para todos, los que están en lo alto y en lo más bajo de la escala social, y que tiene profundos efectos en la salud psicosocial del conjunto de sus componentes.
En la actualidad, muchos países ricos son capaces de paliar en cierta medida el riesgo de inundación de los deltas mediante inversiones que permiten reducir su vulnerabilidad. Sin embargo, un nuevo modelo, en el que se han incluido variables climáticas y económicas, indica que los crecientes costes de infraestructura harán que esta mitigación no sea sostenible a largo plazo.
La pobreza, y todos los problemas relacionados con ella, requieren tanta energía mental que los más desfavorecidos ven mermadas sus capacidades para dedicar a otras áreas de la vida, según un estudio que publica la revista Science.
Una investigación con participación española ha analizado la demanda de teatro en la sociedad en función del estrato socioeconómico de los tipos de público. Según este trabajo, no solo es un espectáculo de la clase intelectual. Mientras esta prefiere los dramas, la popular se decanta por las comedias y los más adinerados se dejan llevar por la crítica.