La barrera hematoencefálica protege a las células del cerebro para que algunos compuestos tóxicos no lleguen a los receptores del sistema central. Sin embargo, hay algunos contaminantes que pueden atravesarla. Un estudio internacional, con participación española, ha descubierto que los contaminantes de llama, tanto los clásicos como sus sustitutos, y algunos compuestos biológicos, son capaces de traspasar esta barrera en algunos cetáceos y penetrar en su cerebro.
Varias especies de cetáceos del golfo de Cádiz y del estrecho de Gibraltar acumulan en sus organismos niveles importantes de contaminantes llamados retardantes de llama, ampliamente usados en la industria y que pueden encontrarse en la ropa y los aparatos electrónicos, entre otros. Algunos de ellos, los PBDE, están prohibidos por la convención de Estocolmo de 2004. Estos son los resultados pioneros de un estudio español que ha analizado muestras de 67 delfines del sur del Mediterráneo.