Un nuevo estudio en casi medio millón de personas de 10 países europeos pone el cerco al consumo de bebidas azucaradas o endulzadas artificialmente. Los resultados revelan que beber dos o más vasos al día de estos refrescos se relaciona con un mayor riesgo de muerte por todas las causas.
El gigante de los refrescos ha influido en las políticas de salud chinas durante dos décadas, según analiza un estudio de una investigadora estadounidense. A través de un entramado de redes institucionales, financieras y personales, la firma ha promovido el mensaje de que el ejercicio físico es más importante que la reducción de azúcar en la dieta. El país es ahora su tercer mercado en volumen.
Hace unos días, la Organización Mundial de la Salud instaba a los gobiernos a fijar un impuesto para las bebidas azucaradas, una medida considerada exagerada por algunos sectores. Aunque hay que diferenciar entre consumo esporádico y abuso, lo cierto es que, en las dos últimas décadas, la epidemia mundial de la obesidad ha propiciado el incremento de enfermedades metabólicas y el aumento de factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares. Numerosos estudios han demostrado que si aumenta el precio de las bebidas, disminuye su ingesta.
Suena el despertador y de inmediato Saturnino toma un sorbo de Coca-Cola. A lo largo del día este gesto se repite incesantemente hasta llegar a consumir ocho litros de este refresco. Desde que cambió el café por la cola hace 18 años por su cuerpo han corrido 52.000 litros y de su bolsillo se han esfumado cerca de 36.000 euros. Sin problemas de salud aparentes, la adicción a esta bebida es su verdadera perdición. Pero no existe un consenso científico que explique el mecanismo por el que miles de personas sienten esta misma atracción.