Los sedimentos recuperados en una antigua base de EE UU por un equipo científico internacional muestran que esta región estuvo descongelada durante un periodo interglaciar, que presentaba temperaturas similares a las actuales. Aquel deshielo podría haber contribuido con al menos 1,4 metros a la subida global del nivel del mar.
La biogeoquímica Rosalind Rickaby estudia las interacciones que se dan en el océano entre biología, geología y química, así como las adaptaciones de los organismos prehistóricos a los cambios climáticos del pasado. En la actualidad, uno de sus retos profesionales consiste en conseguir que se incremente la capacidad de captura de CO2 atmosférico del océano.
La actividad de las hormigas provoca cambios que pueden modificar la composición de los suelos, y por tanto influir en los resultados de estudios paleoambientales y paleoclimáticos, ya que también transportan restos de fósiles. Esta es una de las conclusiones de un trabajo realizado por varios grupos españoles en el yacimiento de Somosaguas en Madrid. Los científicos han determinado además los materiales que prefieren las hormigas para construir sus galerías.
El análisis de los sedimentos de la laguna Cimera, en la Sierra de Gredos, ha permitido caracterizar las condiciones de temperatura y de precipitaciones en el sistema central desde el 200 a.C. hasta la actualidad. Esta reconstrucción, junto a otras ya realizadas en distintas zonas del país, permite ver la influencia de la Oscilación del Atlántico Norte (NAO) y del patrón del Atlántico Este (EA) sobre el clima de la Península.
Según una investigación internacional con participación de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), el casquete de hielo en el Ártico no ocupó su extensión actual hasta hace unos 2,6 millones de años. El estudio, publicado en Nature Communications, apoya las actuales predicciones que apuntan a la desaparición del hielo en el océano Ártico a lo largo de este siglo.
Por primera vez, los científicos han logrado detallar eventos extremos año a año en el lago Montcortès. Los resultados, que son extrapolables al Mediterráneo occidental, demuestran una relación directa entre la variabilidad de la Oscilación del Atlántico Norte (NAO) y la intensidad y frecuencia de las tormentas de la zona.
Un trabajo internacional se ha centrado en dos lagos del norte de la provincia de León para realizar el primer trabajo científico sobre las condiciones ambientales que sucedieron a finales de la última edad de hielo, o último máximo glaciar como se denomina técnicamente. El estudio estableció las fases de la deglaciación (es decir, de la fusión del hielo a partir del último máximo glaciar de la última glaciación) y reconstruyó el paleoambiente de la Cordillera Cantábrica desde hace 48.000 años hasta la actualidad.
Una investigación publicada en Nature describe por primera vez cómo el deshielo de la última glaciación y las modificaciones en las corrientes liberaron a la atmósfera grandes cantidades de CO2 almacenadas en el fondo de los océanos, acelerando el calentamiento del planeta por efecto invernadero y el fin de la era glacial. La investigación desvela la combinación de efectos que provocó esta liberación en los dos hemisferios, a partir del estudio de las concentraciones de componentes isotópicos en microfósiles marinos. Este nuevo resultado pone de relieve un mecanismo importante por el cual el océano influye en las concentraciones atmosféricas de CO2.