Es experta en las técnicas de imagen que permiten asomarse al interior de nuestro cerebro y está harta de oír que los hombres son de Marte y las mujeres de Venus. Ella creó el término ‘neurobasura’, con el que denuncia la mala ciencia que trata de justificar ideas obsoletas sobre la naturaleza de unos y otras.
A pesar de lo logrado en las últimas décadas, las mujeres no disfrutamos de las mismas oportunidades para trabajar que los hombres ni del mismo reconocimiento en relación a nuestra aportación profesional. La mirada al presente refleja injusticia para la mitad de la población mundial. Somos nosotras, sobre todo las jóvenes, el principal fermento de la justicia de género. La formación en el conocimiento científico nos da legitimidad para defendernos y desmontar los estereotipos negativos que inhiben nuestro empoderamiento.
A los científicos les encanta preguntarse por lo que es innato y lo que es adquirido. El género no se escapa de esta discusión. Algunos investigadores ya han advertido de los peligros del sexismo en estudios que buscan distinciones entre los cerebros masculinos y femeninos, a pesar de que las evidencias disponibles aún son enclenques.
¿Por qué se publican tantas investigaciones que tratan de dilucidar si los cerebros de mujeres y hombres son diferentes por naturaleza? Ya se han puesto en tela de juicio muchos estudios que evalúan las diferencias entre sexos aparentemente de forma objetiva. / Imagen: Wearbeard | Sinc