Investigadores de la Universidad Rovira i Virgili y otros centros europeos han demostrado por primera vez la posibilidad de utilizar nanodiamantes en sensores destinados a la detección de gases contaminantes. Por ejemplo, pueden percibir vapores de dióxido de nitrógeno o amoníaco en niveles de trazas en el medio ambiente.
Científicos de la Universidad Autónoma de Madrid han descubierto un material en forma de láminas de espesor atómico, denominado antimonene. Tiene una estructura similar a la del grafeno, pero en lugar de átomos de carbono está compuesto por átomos de antimonio. Los resultados son prometedores para el desarrollo de dispositivos de almacenamiento energético más eficientes.
Inspirándose en el ensamblaje natural de las fibras amiloides, científicos de la Universidad Autónoma de Barcelona han fabricado cuatro moléculas, formadas por tan solo siete aminoácidos cada una, con capacidad de autoensamblarse para producir nanomateriales de forma rápida y económica. Así han logrado crear nanocables, minienzimas y uno de los bionanomateriales más resistentes descritos hasta ahora.
Entre las múltiples aplicaciones de los nanomateriales de grafeno figuran las del ámbito de la medicina, desde terapias contra el cáncer hasta ingeniería de tejidos y transferencia genética. La principal barrera que tendrán que superar los productos fabricados con estos materiales es la reacción del sistema inmunitario. Ahora investigadores europeos han analizado cómo actúan nuestras defensas ante la presencia del óxido de grafeno.
Investigadores de las universidades de Córdoba y la Tecnológica del Sur de China han logrado encapsular metales en armazones porosos formados por un material mixto de materia orgánica y metálica. El avance podría aplicarse para absorber CO2, un importante gas de efecto invernadero, y el desarrollo de baterías.
Científicos chinos han encontrado una forma de hacer flexible el diamante, la sustancia natural más dura del mundo. El secreto es crear agujas de este resistente material a escala nanométrica, un avance que puede llevar al descubrimiento de productos con nuevas propiedades.
Investigadores del Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona han desarrollado la primera técnica que permite dotar de color estructural, no por pigmentos, a un derivado de la celulosa. El método se basa en la nanoestructuración del material y se podría aplicar desde el embalaje de productos hasta detectores, sensores o etiquetas biodegradables para la industria alimentaria.
Uno de los mayores desechos agrícolas del mundo, los residuos del maíz, se podrían utilizar para producir diminutos cristales de celulosa, un material más resistente que el acero. La técnica para realizar esta transformación la ha desarrollado una investigadora de la Universidad de Córdoba, junto a científicos de Francia y EE UU.
Un equipo internacional de científicos ha desarrollado un método que permite determinar la densidad de defectos en nanomateriales bidimensionales, como el grafeno, gracias a medidas de los cambios en la coherencia espacial de la luz que incide sobre ellos. El estudio, en el que ha participado un investigador de la Universidad Politécnica de Madrid, demuestra que existe una relación entre las propiedades estructurales del grafeno y las de la luz.