Hace entre 7,5 y 12 millones de años, la cuenca del río Ebro, en el noreste de la península ibérica, comenzó a acumular sedimento hasta el punto de alcanzar entre 500 y 750 metros por encima del nivel del mar. Desde entonces, se ha erosionado de media un milímetro cada década en su descenso hacia el Mediterráneo y ha ido elevándose hasta 630 metros en el centro.
En España es relativamente común, sobre todo en núcleos urbanos, toparse con gasolineras rodeadas de viviendas. Según investigadores de la Universidad de Murcia (UM), los efectos de la contaminación, que se concentra en las gasolineras y que podría tener efectos nocivos para la salud, se perciben desde los edificios que están a menos de 100 metros de las estaciones de servicio.