Una nueva investigación revela que la acción directa de la testosterona, la hormona masculina por excelencia, no es necesaria para la masculinización del cerebro. Investigadores de la Universidad de California (EE UU) han demostrado que la señalización de la testosterona no controla la diferenciación masculina del cerebro ni la conducta, pero sí la frecuencia y el alcance de los comportamientos típicos masculinos.