La búsqueda de soluciones para la COVID-19 se ha convertido en el primer objetivo de decenas de grupos de investigación. Varios de ellos trabajan ya con anticuerpos de camélidos, cuya estructura, tamaño y estabilidad permitirán desarrollar tratamientos y vacunas contra la infección.
Durante la última semana, las llamas se han extendido sin control por el Parque Natural de Tamadaba, al noroeste de la isla de Gran Canaria. El ligero descenso de las temperaturas este miércoles ha permitido que los equipos de extinción puedan empezar a estabilizar el fuego y asegurar ciertas zonas. La mitad de las 9.000 personas evacuadas ha podido volver hoy a sus casas.
Los camélidos son animales robustos, longevos y prósperos. 2018 será su año, pero llevan mucho más tiempo abasteciendo a la humanidad de alimento, abrigo y transporte; y aun hoy son el procipal medio de subsistencia de millones de personas en 90 países. Y no solo existen los camellos y los dromedarios; también llamas, alpacas, guanacos y vicuñas.
Las llamas se han convertido en un laboratorio de pruebas en el estudio del VIH. El estudio de los peculiares anticuerpos de este mamífero doméstico sudamericano ofrece nuevas perspectivas en el largo camino hacia la consecución de una vacuna contra el virus del sida eficaz y segura en humanos.
Llamas junto a un curso de agua. Foto: Emilio Erazo Fischer
Pocas especies pueden adaptarse a la escarpada orografía volcánica del archipiélago canario, pero un árbol cuyo origen se remonta al Jurásico está capacitado para hacerlo: el pino canario (Pinus canariensis). Su resistencia al fuego y su gran versatilidad lo convierten en un ejemplar todoterreno, piedra angular, además, de la arquitectura de las islas.
Un estudio español establece cinco patrones atmosféricos que favorecen la aparición de un incendio provocado por rayos en el noroeste de la Península Ibérica. El objetivo es crear nuevos métodos para predecir tormentas, donde se acumula la carga eléctrica que desencadenará el rayo.