Científicos españoles y británicos han descubierto qué impide que el sistema inmunitario funcione con normalidad. Esto abre la puerta a que se investiguen nuevas terapias contra la inmunodeficiencia variable común y otros trastornos.
Un artículo en la revista Science copó recientemente los medios al mostrar que la inmensa mayoría de los casos de esclerosis múltiple se deben a la infección por el virus que provoca la enfermedad del beso. Es un gran trabajo que demuestra que la infección es casi condición necesaria, aunque ni mucho menos suficiente. Sin embargo, este vínculo ya se conocía. ¿Qué supone su publicación para el futuro de la enfermedad?
Una de las preguntas clave de la pandemia es saber el tipo de inmunidad que genera el virus y el tiempo que se mantiene. Hay noticias positivas. La infección produce linfocitos B de memoria que no disminuyen seis meses después. Además, evolucionan. Los anticuerpos que producen tienden a ser más potentes y versátiles, y podrían ser más eficaces contra nuevas variantes.
Un equipo internacional de investigadores de la Universidad de Friburgo en Alemania y del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III ha identificado una proteína que podría ser un regulador clave en un modelo único de autoinmunidad. El mecanismo permitiría 'educar' al sistema inmunitario y proteger el organismo de enfermedades autoinmunes.
Científicos de Cataluña han identificado un represor transcripcional, la histona desacetilasa HDAC7, implicado en la generación y la identidad de los linfocitos B, las células encargadas de crear anticuerpos en nuestro sistema inmunitario.
El embarazo provoca cambios inmunológicos destinados a tolerar el feto, pero se conoce muy poco su impacto en uno de los principales tipos de células implicadas en la respuesta inmune, los linfocitos B. Una investigación, liderada por científicos de ISGlobal, en colaboración con investigadores de Papúa Nueva Guinea y Australia, profundiza sobre dicho efecto.
¿Quién no comparte la imagen de los anticuerpos como una especie de “fuerzas armadas” contra las infecciones? Sin embargo, esta idea no hace justicia a todas las posibilidades de los anticuerpos, para los que la investigación ha desarrollado otra función fuera del organismo: la de detectores de enfermedades. Pero quizá lo más inesperado es que, para generarlos, los científicos utilizan híbridos creados a partir de células cancerosas y linfocitos B. Es parte del trabajo de investigadores de la Universidad de Oviedo, que acaban de comercializar en Europa un anticuerpo relacionado con el diagnóstico de un tipo de neumonía.
En la imagen, Marcos García Ocaña, en el laboratorio de la Unidad de Biotecnología Preparativa de la Universidad de Oviedo. Fotografía: FICYT.