Los científicos explican que es imposible que este animal pueda sustituir al bisonte representado en Altamira, porque esta especie prehistórica es distinta, definitivamente extinguida, que vivió en un hábitat, conocido como la ‘estepa del mamut’, que tampoco existe en la actualidad.
Un trabajo, con participación del CSIC, indica que estos cambios dependen de la deforestación, el calentamiento global, la duración de la estación seca y la disminución de las lluvias.
Han sufrido daños, entre otros, los Paisajes Protegidos de Siete Lomas, y las Lagunetas, así como las Reservas Naturales de Las Palomas o Pinoleris, además del Parque Natural Corona Forestal y el Parque Nacional El Teide. La Red Natura 2000 insular también se ha visto afectada, según informa la organización conservacionista SEO/BirdLife. En la zona del incendio habitan unas 40 especies de aves vinculadas a distintos ecosistemas.
Científicos del departamento de Biología de la Universidad de Cádiz han identificado nuevos compuestos fenólicos de la angiosperma marina Cymodocea nodosa, según publica la revista Plos One. Estas plantas viven sumergidas en el mar y son muy beneficiosas para nuestro nuestro entorno, sin embargo, también se encuentran entre los ecosistemas más amenazados del mundo como consecuencia de la presión humana.
Gran parte de la biodiversidad de nuestro planeta se concentra en puntos críticos como las montañas tropicales, donde el conocimiento sobre la distribución de las especies es escaso. Un nuevo estudio revela que las nubes ayudan a identificar el tamaño y la ubicación de importantes hábitats de animales y plantas para guiar su manejo y conservación.
Los resultados del informe El estado de la Naturaleza en la Unión Europea publicado por la Comisión Europea revelan que el mar Mediterráneo presenta un 62% de hábitats y un 56% de especies marinas en estado desfavorable. El estudio también arroja resultados negativos sobre el estado general de las especies y los hábitats continentales protegidos.
Los erizos son invertebrados marinos que actúan como agentes modeladores de la riqueza biológica de los fondos oceánicos. Pero una proliferación excesiva de estos animales bentónicos también puede tener un grave impacto ecológico sobre los fondos marinos, que se convierten en blanquizales oceánicos porque se reduce la cobertura de algas, y en consecuencia se limita la supervivencia de otras especies marinas.