Es un material bidimensional que ha prometido aplicaciones casi mágicas. Casi diez años después de que sus ‘padres’ ganaran un Nobel, sus aplicaciones más mundanas van llegando al mercado. Aunque los productos no sean revolucionarios, muchas empresas que emplean grafeno lo hacen con un secretismo que destaca frente al marketing de otras.
El proyecto ‘Brains on Board’ es una colaboración entre varias universidades británicas asociado al Human Brain Project que busca ‘traducir’ el cerebro de hormigas y abejas en algoritmos que entienda una máquina. Su objetivo es crear autómatas igual de eficientes que puedan utilizarse en tareas de rescate, exploración espacial y análisis de terrenos.
Investigadores del Instituto de Ciencias Fotónicas de Barcelona han usado tecnología basada en grafeno para fabricar parches flexibles capaces de monitorizar los niveles de exposición solar, hidratación, temperatura o saturación de oxígeno en el cuerpo humano. Los dispositivos se puede conectar a un movil para alertar al usuario si se alcanzan niveles peligrosos para la salud.
Las moléculas de agua distorsionan la resistencia eléctrica del grafeno, pero un equipo de investigadores europeos ha descubierto que, cuando este material se integra con el metal de un circuito, la resistencia de contacto no se ve perjudicada por la humedad. El hallazgo ayudará a desarrollar nuevos sensores –interfaces entre la electrónica y el mundo real– con una significativa reducción de costes.
Investigadores de IMDEA Nanociencia y otros centros europeos han descubierto que la unión del grafeno con el cobalto ofrece propiedades muy relevantes en el campo del magnetismo. El avance sienta las bases para desarrollar nuevos dispositivos lógicos capaces de almacenar gran cantidad de datos, de forma rápida y con un consumo de energía reducido.
Esta semana se reúnen en Viena los representantes de los tres proyectos de investigación más ambiciosos de la Unión Europea: Graphene Flagship, Human Brain Project y Quantum Flagship, dotados con 1.000 millones de euros cada uno. Durante el congreso se presentarán los últimos avances en los campos del grafeno y otros materiales relacionados, neuromedicina y computación, y tecnologías cuánticas.
Las propiedades del grafeno permiten comunicaciones con un gran ancho de banda manteniendo un consumo bajo de energía, lo que mejora radicalmente la transmisión de datos en los sistemas ópticos. Ahora los miembros industriales y académicos de la gran iniciativa europea Graphene Flagship revisan en un artículo el estado actual de los dispositivos fotónicos basados en este material y la hoja de ruta para incorporarlos en la tecnología 5G y el internet de las cosas.
Investigadores de España y Holanda han desarrollado un dispositivo con dos hojas de grafeno que permite estudiar fenómenos cuánticos a altas temperaturas en una atmósfera normal. El avance podría ser utilizado como una herramienta ultrasensible para detectar y controlar moléculas biológicas como el ADN y las proteínas.
Las extraordinarias propiedades mecánicas y electrónicas del grafeno dotan a este material de carbono de unas características adecuadas para multitud de aplicaciones, que se pueden ampliar todavía más introduciendo otro tipo de átomos en su superficie. Pero surge un problema: la baja reactividad del grafeno. Una de las soluciones es fabricar derivados de este material a partir del fluorografeno, que con nuevos solventes y técnicas para eliminar o sustituir los átomos de fluor, permite producir grafeno con nuevas funcionalidades.
Más de 600 expertos de 43 países se han reunido en San Sebastián esta semana para intercambiar ideas y compartir su trabajo en esta sustancia. El objetivo final: sacar este material del laboratorio para hacer realidad la revolución prometida. Se trata de la Graphene Week, que este año ha contado con la visita del ‘padre’ del grafeno, Andre Geim.