Un estudio de la Universidad Politécnica de Valencia pone de relieve que el cambio de vehículos diésel de más de diez años por nuevos de gasolina aumentaría hasta un 2 % las emisiones de CO2 en las grandes urbes españolas. En cambio, si la flota diésel anterior a 2009 se sustituyera por nuevos vehículos diésel (E6 Temp), las emisiones bajarían hasta un 6 % en las ciudades y un 22 % en las carreteras.
Investigadores de la Universidad de Cádiz han desarrollado un dispositivo que detecta la presencia de gasolina en un terreno incendiado tras las labores de extinción. El sistema identifica los compuestos inflamables en el laboratorio en menos de 15 minutos y puede ayudar a descubrir la posible intencionalidad de un fuego.
Investigadores de la Universidad Rey Juan Carlos y Repsol han desarrollado diferentes tratamientos para frenar la proliferación de microorganismos en los depósitos de combustible. Los mejores resultados se obtienen al adicionar compuestos biocidas solubles en agua.
Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid han analizado distintas mezclas de combustibles con el fin de incrementar la fracción bio de las gasolinas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero sin perjudicar el funcionamiento del motor.
Un automóvil de gasolina funciona mejor con una mezcla de hasta un 20% de etanol sin tener que modificar el diseño del motor, según un estudio de investigadores de la Universidad de Salamanca. El equipo realiza simulaciones por ordenador que ayudan a analizar el comportamiento de los motores de combustión y, en este caso, han logrado ratificar lo que apuntan los modelos experimentales.
El etanol es uno de los biocombustibles propuestos para sustituir a la gasolina ya que, en principio, es más ‘ecológico’ y saludable, pero un análisis de la calidad del aire en São Paulo lo pone en duda. Dos investigadores han comprobado que cuando los coches que pueden utilizar los dos carburantes se inclinan por la gasolina, se reducen los niveles de ozono en la ciudad, aunque aumentan los de otros contaminantes.
Científicos del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública acaba de publicar en la revista Gaceta Sanitaria un estudio que ilustra cómo han disminuido de forma significativa las concentraciones de plomo. Así, ciudades como Madrid pasaron de concentraciones atmosféricas de plomo que rozaban los 0,6 microgramos por metro cúbico en 1990 a niveles muy inferiores a los 0,1 en 2010.
Aún quedan sorpresas relacionadas con la producción de hidrocarburos. Los grandes recipientes donde, por medio del hidrógeno, se extraen del petróleo los gases licuados y la gasolina, están expuestos al agrietamiento y la separación de los materiales metálicos que los forman. Un grupo de investigadores de la Fundación ITMA que estudia este proceso ha llegado a una conclusión inesperada.