Ambos factores pueden ayudar a superar los déficits de función pulmonar en la primera infancia, con importantes implicaciones para la salud respiratoria a largo plazo, según un nuevo estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona.
Un pionero estudio analiza durante veinte años los cambios de peso de personas adultas y sus efectos sobre la función pulmonar. Los resultados muestran que tanto las personas con un índice de masa corporal normal como aquellas con sobrepeso u obesidad sufren una aceleración del declive de dicha función al ganar kilos.
Un reciente estudio multicéntrico en el que participa la Universidad Autónoma de Madrid muestra cómo la ansiedad y la depresión constituyen un riesgo independiente en el control del asma. El trabajo comprueba que la supervisión de dicha enfermedad respiratoria crónica puede mejorar significativamente los niveles de ambos trastornos mentales, así como la función pulmonar.
El 10% de los adultos jóvenes tienen una función pulmonar baja, por lo que su pulmón no se ha desarrollado bien, según un estudio de investigadores del instituto Clínic-IDIBAPS. Esta deficiencia podría aumentar el riesgo de aparición de otras enfermedades crónicas, como la enfermedad pulmonar obstruida crónica o la diabetes, así como de mortalidad prematura.