La grasa que se acumula en el hígado en determinadas circunstancias produce inflamación, fibrosis y, finalmente, cirrosis. Hasta ahora, el método más fiable para su determinación era la biopsia hepática. Un nuevo estudio muestra ahora cómo la resonancia magnética es una forma incluso más eficaz para detectar dicha grasa y cuantificarla.
Investigadores del CNIO han descrito cómo las proteínas AP-1 regulan la acumulación de grasas en el hígado, característica de la enfermedad del hígado graso. La manipulación farmacológica de estas proteínas podría servir para el tratamiento de esta enfermedad en humanos.