En el décimo aniversario de las explosiones en la planta atómica japonesa, cerca de 5.000 empleados continúan las labores de desmantelamiento y descontaminación. Preocupa la acumulación del agua contaminada, por lo que se está valorando una decisión polémica: verterla al mar de forma controlada. Mucho más complicado va a ser la extracción del combustible de los reactores y la futura eliminación de residuos.