Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid, el Centro de Investigación Forestal (CIFOR) del INIA y la Universidad de Córdoba han demostrado que la aplicación de técnicas de espectroscopia infrarroja permite mejorar el control de los parámetros que determinan el comportamiento del corcho en la botella. Una parte importante de la variabilidad de los tapones se debe al origen de la materia prima.
El corcho es el material tradicionalmente utilizado para cerrar las botellas de vino. Antes de su extracción de la corteza del alcornoque o durante el proceso industrial que convierte a esta materia prima en tapón, el corcho puede adquirir substancias de origen microbiano que causan en el vino olores desagradables, a rancio y húmedo, los primeros que se perciben. Los más importantes aromas fúngicos, como se denominan técnicamente estos malos olores, son producidos por cloroanisoles, compuestos volátiles. El mayor productor es el hongo Trichoderma longibrachiatum.