Mediante la disposición de las ramas y las hojas, el olivo puede controlar la luz que llega al interior de su copa, asegurando unas condiciones lumínicas homogéneas a lo largo del día y de las estaciones. Esta cualidad, desconocida hasta ahora, se ha registrado en dos poblaciones de olivos de Madrid y Menorca, tal y como revela un estudio dirigido por la Universidad Complutense de Madrid y en el que participa la Universidad de Granada.